Aumenta la crisis económica en Afganistán tras la llegada de los Talibanes

Una masa dispersa se vislumbra en la frontera entre Uzbekistán y Afganistán, un ir y venir constante de gente que sale y entra del emirato. El último checkpoint antes de entrar en Afganistán está situado en el puente que atraviesa el río Amu Darya, que une los dos países. Al otro lado, solo un pequeño arco blanco da la bienvenida al país vecino. Allí, un talibán sostiene en su mano un pequeño Corán con los bordes dorados. Apoyado en la parte derecha de la silla, un kalashnikov. Está tan absorto en las escrituras sagradas de los musulmanes que no presta apenas atención a los recién llegados. Simplemente, saluda con cansancio y señala en dirección al edificio. Dentro hay un ambiente animado alrededor de la máquina que escanea los equipajes. Las maletas y mochilas son registradas sin demasiado interés y, tras una palmada en el hombro, acaban con el mensaje protocolario de "¡Vete en paz!".