Sobral y Malikian (Mi casa es la vuestra). Tú y yo somos tres. Por Ferran Monegal

periodico

No pintaba nada Salvador Sobral en la mansión marbellí que Tele 5 alquila todas las semanas para que Bertín Osborne reciba con cargante ostentación a sus invitados (Mi casa es la vuestra). Cuando llegó por la puerta, con su particular y humilde aliño indumentario, parecía que llegaba el jardinero en lugar de la estrella de la jornada. A Sobral había que haberle preparado un paisaje menos aparatoso. Una buhardilla en Malasaña, pongamos por caso. Allí se habría podido conformar un clima televisivo mucho más interesante, y más respetuoso con este emotivo y singular cantante. Pero consolémonos: en el casoplón había al menos un piano. Metido en calzador, pero ahí estaba. Y Sobral se puso a tocarlo, junto al violín de Ara MalikianAra Malikian, consiguiendo arrancar de aquella aparatosa escenografía de opulencia y derroche unas notas con sentido, un pequeño recital que comenzo evocando a Jorge Drexler («Se paró el reloj de arena, 730 días») y acabaron con el tema que le catapultó en Eurovisión, Amar pelos dois. De todo lo que habló Sobral con Bertín, quedémonos con ese ejemplo de la relatividad del éxito: «Yo, Marbella la conocía solo de paso, camino de Malaga, donde canté y toqué en muchos bares y tugurios con un público de cuatro gatos que ni siquiera me escuchaban».