Si la estatuilla de los Oscar fuese negra. Tú y yo somos tres. Por Ferran Monegal

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En otra genial clonación, el caricato Raúl Pérez apareció en Late motiv (#0, Movistar+) interpretando a Antonio Banderas (#0, Movistar+). Buenafuente le advirtió: «Según la prensa estadounidense, usted es un actor de color». ¡Ah! Esto de yankeelandia es tremendo, estamos de acuerdo. En Hollywood si eres hispano,te encasillan siempre en un mismo rol y te pintan siempre de color. No hay vuelta de hoja: o te dan papeles de indio, o de latino pintoresco con el maquillaje subido de tono. Entonces Banderas hizo una cosa muy ingeniosa. Sacó una estatuilla, un Oscar, y dijo: «Pues mira, aquí he traído un Oscar que es el bueno, ¡el Oscar negro!» añadiendo "Y fíjate que lo que lleva aquí colgando no es la espada precisamente». ¡Ah! Fue un buen golpe. Bien mirada, esa estatuilla que entregan todos los años es muy hortera. Vulgar metal con un poco de chapa de oro. Yo creo que hasta purpurina le meten. Pero que brille, eso sí, mucho brilli-brilli, como decían en los Gipsy Kings. ¡Ah! Parece que los de la Academia de Hollywood no recuerdan que para hacer la estatuilla, en 1928, se tomó como modelo al actor mexicano Emilio El Indio, que posó desnudo para tal efecto. Aquí lo más resaltable es el estupendo trabajo de Raúl Pérez. Le podríamos dedicar aquel hermoso arpegio que escuché el otro día en Cero en historia. Joaquin Reyes le decía a Javier Cansado: «Eres el insecto en el ámbar, siendo el ámbar el humor y tú el insecto».