Ana Botín vio icebergs y habló de su padre Tú y yo somos tres. Por Ferran Monegal

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Estoy de acuerdo con Jesús Calleja (Planeta Calleja, T-5 y Cuatro): el mejor lugar para entrevistar a un banquero es un paisaje de témpanos de hielo y frío polar. Por eso se llevó a Ana Botín, diosa suprema del Banco de Santander, a Groenlandia. ¡Ah! Disfrutó esta colosal banquera con esta aventura cerca del Ártico. Plantó un pino, navegó remando en un kayak, caminó por lenguas de glaciares, y fue testiga directa del tremendo cambio climático que está derritiendo enormes masas de hielo, a una velocidad trágica. Y no tuvo reparos en afirmar que la culpa de esta catástrofe es la acción del ser humano. Hermosa concienciación. Y esperanzadora,  dado el enorme poder e influencia que tiene esta dama. Pero el momento quizá más resaltable de este viaje fue cuando habló de Emilio Botín. ¡Ah! Es curioso, mirando aquel paisaje de frío glacial, aquellos témpanos tremendos, Ana se acordó de su padre.