Verbena de Sant Joan

Apenas cabía un alfiler. Fiestas improvisadas con discjóqueis, altavoces a todo trapo, fogatas, bailes y mucho alcohol han llenado las playas catalanas por la verbena de Sant Joan, especialmente la costa de la capital catalana. Estudiantes de vacaciones, turistas, jóvenes y no tanto han ocupado la arena durante altas horas de la madrugada. Un ambiente que, desde el estallido de la pandemia del coronavirus, no se había vuelto a ver. Los chiringuitos apuraron hasta la hora prevista, las tres y media de la mañana, a regañadientes y tras varios avisos de la Guàrdia Urbana. La cara menos amable de la fiesta lo ponen los robos, agresiones, quemaduras de petardos y posibles agresiones sexuales. Las estimaciones apuntan a que se congregaron en la costa barcelonesa unas 60.000 personas.