EL NEGOCIO DE LA NOSTALGIA

Los tazos son los nuevos bitcoin

Esteban Arques solía perderlos casi todos. No había día que no se despidiese de algún tazo. La prisa del recreo y la flaqueza de la niñez le jugaron malas pasadas. Aun así, cada jornada, salía al patio con la convicción de recuperar los arrebatados. Y, por qué no, conseguir otros tantos que engrosasen su incipiente colección. Tal era su fervor que, sin esperarlo, la profesora le pilló jugando en mitad de una clase. La regañina acabó con su bolsa requisada hasta final de curso. Pero esto no restó ni un ápice de ilusión a este joven que, como quien espera un milagro, aguardó pacientemente para recuperarla.

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