Salman Rushdie, atacado sobre el escenario durante un acto en EE.UU.

Que la libertad de palabra se vea cada vez más restringida en países como España (dejemos la de manifestación para otro día), poco mérito vale a los gobernantes, y menos a sus socios. Entre Salman Rushdie y Pablo Hasél, mismo principio, diferencia de grado. El objetivo de siglos de lucha de la cultura contra la intolerancia, iniciada por Erasmo, no era precisamente llegar a la situación de hoy, donde si tu lengua atraviesa los límites fijados por el poder establecido te la cargas. La realidad del mundo de hoy va por culturas, por actitudes, por religiones. Aquí es de retroceso, a pesar de que bienvenidas sean las medidas del Papa Francisco, que dificultan a la extrema derecha ampararse en el catolicismo. En el Islam es estable, de resistencia contra los avances de la libertad y la igualdad. La diferencia: en nombre del cristianismo no se inflige el mal; para salvaguardar el islamismo es necesario causar tanto como convenga.