Derriban las marquesinas de los peajes de la C-32 a la altura de Villassar

ACN / JORDI PUJOLAR / VÍDEO: EFE

Las excavadoras se convierten a menudo en símbolos de un cambio de ciclo. Porque derriban un edificio que representa un antiguo régimen, porque echan por tierra la escultura de un líder derrocado. O porque, como sucedió en el desalojo de Can Vies (Barcelona, 2014), ver la máquina en llamas puede convertirse en una victoria frente al sistema. Este lunes, la piqueta ha encarnado el fin de buena parte de los peajes en Catalunya al cebarse con las barreras instaladas en la C-32 (propiedad del Govern) a la altura de Vilassar. Ya no se paga, pero ahí sigue la infraestructura. Desde este lunes y hasta finales de octubre, las máquinas irán dando palazos para poco a poco ir dando continuidad a la autopista en este lento proceso de reconversión de dos de las vías rápidas catalanas (la otra es la AP-7, en manos del Estado).