La Boqueria, ¿el mejor mercado del mundo?

Jordi Otix

Qué gran canción es la ‘Balada de Heisenberg’, tema que Los Cuates de Sinaloa compusieron para ‘Breaking Bad’, porque una de sus estrofas le viene que ni pintada a la Boqueria. En ese inmisericorde avance de la turistificación de este mercado antaño referencial han caído ahora del lado equivocado las tiendas con licencia de marisco, esa cornucopia de crustáceos, moluscos y equinodermos que hasta hace bien poco ocupaba el anillo exterior de la zona del pescado. Quedan solo un par de establecimientos ‘comme il faut’. El resto se han entregado a la papelina de pescado y a la del calamar frito y, también, a la degustación de ostras ‘in situ’. Ha sucedido en un pispás. Mientras otros mercados municipales han estrechado lazos con sus clientes durante la pandemia, en la Boqueria se ha agravado en forma de metástasis aquello que comenzó hace años con los zumos en las fruterías. “Este compa ya está muerto, nomás no le han avisado”. Eso cantan los cuates sinaloenses.