Motor V8 híbrido
Espectacular carrera sobre el mar: un Ferrari alcanza 164 km/h en la cubierta de un portaaviones militar
La colaboración entre la icónica marca de Maranello y la Marina italiana ha creado un hito que redefine los límites de lo posible

Espectacular carrera sobre el mar: un Ferrari alcanza 164 km/h en la cubierta de un portaaviones militar / VÍDEO: AP
El rugido de un motor V8 híbrido rompiendo el silencio del océano. Esta es la imagen que define una de las hazañas más audaces del automovilismo reciente, donde la ingeniería de Ferrari y la pericia de un piloto se fusionaron con el poderío naval de Italia. El protagonista, Fabio Barone, ha vuelto a inscribir su nombre en la historia al llevar un Ferrari SF90 a una velocidad de casi 164 km/h sobre la cubierta de vuelo de un portaaviones militar. Este evento no es solo un récord de velocidad; es una demostración de control, precisión y la capacidad humana y tecnológica para superar fronteras que parecen infranqueables, fusionando dos mundos aparentemente opuestos: la alta velocidad terrestre y la inmensidad del mar abierto. La colaboración entre la icónica marca de Maranello y la Marina italiana ha creado un hito que redefine los límites de lo posible.
Un desafío de ingeniería y precisión en alta mar
El éxito de esta proeza radicó en una planificación meticulosa donde cada detalle contaba. La elección del vehículo no fue casual: el Ferrari SF90 Stradale, un superdeportivo híbrido enchufable, es uno de los coches de producción con la aceleración más brutal del planeta. Su capacidad para pasar de 0 a 100 km/h en menos de 2.5 segundos era fundamental para alcanzar la máxima velocidad en una distancia extremadamente limitada. Sin embargo, el verdadero protagonista fue el escenario: la cubierta del portaaviones Trieste, el buque anfibio más grande construido en Italia desde la Segunda Guerra Mundial. Con una longitud total de 236 metros, la pista útil para la aceleración se reduce a poco más de 200 metros, un espacio ínfimo que exige una precisión milimétrica y convierte cada segundo en una prueba de fuego. A diferencia de un circuito, aquí no hay escapatorias; el final de la pista es, literalmente, el mar. A esto se sumaron las condiciones adversas de la alta mar, como la humedad salina que cubrió la cubierta la noche anterior, obligando al equipo a realizar un exhaustivo proceso de secado para garantizar la adherencia y evitar un desenlace catastrófico.
Superando los límites
Con el motor a punto y la pista preparada, Fabio Barone se enfrentó a un reto que era tanto físico como mental. La misión era clara: superar su propio récord anterior de 152 km/h, establecido un año antes en otro portaaviones. Al pisar el acelerador, el Ferrari SF90 desató su potencia, pero el verdadero desafío no era la velocidad máxima del coche, sino la capacidad del piloto para gestionarla en un suspiro. La corta distancia implicaba una aceleración fulminante seguida de una frenada igualmente decisiva para no precipitarse al vacío. El riesgo extremo era palpable, un factor que diferencia esta hazaña de cualquier otra competición en tierra firme. La presión psicológica de pilotar hacia el abismo es un componente que no se mide con cronómetros.
Finalmente, el velocímetro marcó el hito: 163.7 km/h. Un logro documentado por múltiples cámaras a bordo y en la cubierta, con el objetivo de presentar la evidencia ante el Libro Guinness de los Récords para su homologación oficial. Esta marca no solo pulveriza su registro anterior en más de 11 km/h, sino que establece un nuevo estándar de audacia en el mundo del automovilismo. La hazaña fue posible gracias al apoyo logístico y de seguridad de la Marina italiana, que vio en este evento una oportunidad única para exhibir su buque insignia en un contexto de innovación y superación.
Excelencia italiana
Este récord trasciende la anécdota para convertirse en un poderoso símbolo de la excelencia italiana. Representa la sinergia perfecta entre dos de los mayores orgullos del país: la tecnología punta de Ferrari, un referente mundial en automoción, y la capacidad operativa de su Armada, representada por el imponente portaaviones Trieste. Es una demostración de cómo la colaboración entre la industria civil y las fuerzas armadas puede generar eventos de impacto global, proyectando una imagen de innovación, audacia y prestigio. El éxito de Fabio Barone es el éxito de un equipo y de una nación que se atreve a soñar en grande.
Mirando al futuro, el propio equipo ya ha anunciado sus intenciones de no detenerse aquí. El próximo objetivo podría ser aún más nostálgico y desafiante: repetir la gesta con un icónico Ferrari 849 Testarossa, un modelo legendario que pondría a prueba la pericia del piloto de una forma completamente diferente. Por lo tanto, esta increíble carrera sobre el mar no es el final de un capítulo, sino el emocionante comienzo de una nueva era de desafíos imposibles.
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