Rica paleta
La Universidad de California descubre un nuevo color: "Intenso…"
No es un color que pueda encontrarse en un arcoíris, ni mezclando pinturas, ni siquiera ajustando los píxeles de una pantalla

Evolución de los Pantone desde 2018 hasta 2024. / PANTONE
La visión humana es una ventana fascinante al mundo, una compleja sinfonía orquestada por la luz y la biología. Percibimos el vasto espectro de colores gracias a unas células especializadas en nuestra retina: los conos. Estos fotorreceptores se dividen tradicionalmente en tres tipos, cada uno sintonizado preferentemente con longitudes de onda de luz largas (L, asociadas al rojo), medias (M, asociadas al verde) o cortas (S, asociadas al azul). Es la interacción y combinación de las señales enviadas por estos tres tipos de conos lo que nuestro cerebro interpreta como la rica paleta de colores que experimentamos a diario. Sin embargo, la naturaleza opera mediante mezclas; la luz que llega a nuestros ojos rara vez, o nunca, activa exclusivamente un solo tipo de cono de manera aislada. Esta limitación natural planteó una pregunta intrigante a un equipo de investigadores de la Universidad de California: ¿Qué percibiríamos si pudiéramos sortear esta mezcla natural y estimular únicamente un tipo de cono, específicamente los conos M?
Desafiando la visión natural: el experimento con conos M
Impulsados por la curiosidad científica sobre los límites de la percepción humana, los investigadores diseñaron un experimento ingenioso. Su objetivo era aislar y activar selectivamente los conos M, aquellos predominantemente sensibles a las longitudes de onda medias, que asociamos comúnmente con los tonos verdes. Utilizando tecnología láser de precisión, fueron capaces de dirigir destellos de luz muy específicos y controlados directamente sobre estos conos M individuales en la retina de los participantes del estudio, evitando la activación significativa de los conos L y S circundantes. Este método representaba una forma artificial de sondeo visual, una que no tiene equivalente en el mundo natural. Como señalaron los propios científicos a The Guardian, la expectativa era alta pero incierta: “Desde el principio predijimos que parecería un estímulo de color sin precedentes, pero no sabíamos qué haría el cerebro con él”. Se adentraban en un territorio perceptual desconocido, buscando una respuesta a cómo el cerebro construiría una experiencia visual a partir de una señal tan inusual y pura.
Un matiz inédito: más allá del azul verdoso convencional
Los resultados del experimento fueron tan reveladores como esquivos. Los participantes expuestos a esta estimulación selectiva de los conos M reportaron percibir un color. Al intentar describirlo, la aproximación más cercana fue un tipo de "azul verdoso". Sin embargo, esta descripción no le hace justicia completa. Se trataba de una variante sutilmente diferente, una tonalidad que, crucialmente, no existe dentro del rango de colores que podemos experimentar a través de la visión natural normal. No es un color que pueda encontrarse en un arcoíris, ni mezclando pinturas, ni siquiera ajustando los píxeles de una pantalla.
Como explicó el científico Austin Roorda, uno de los implicados en el estudio, la naturaleza de esta percepción es tal que "simplemente no hay forma de transmitir ese color en una pantalla". Esto subraya una distinción fundamental: no se ha descubierto un nuevo pigmento o una nueva longitud de onda de luz en el universo físico, sino que se ha inducido una nueva experiencia perceptual en el cerebro humano al manipular directamente la entrada sensorial de una manera no natural. Es una derivación, una sensación visual que reside fuera de los límites habituales de nuestra percepción cromática.
Implicaciones científicas
Aunque este "color intenso" descubierto no vaya a revolucionar de inmediato nuestras pantallas de televisión o las paletas de los artistas, su importancia científica es considerable. El estudio ofrece una visión única sobre cómo el cerebro procesa las señales de los conos y construye activamente nuestra percepción del color. Al aislar un canal de entrada (los conos M), los investigadores pueden observar más claramente la respuesta del sistema nervioso central y cómo interpreta una señal "pura" que normalmente recibe mezclada. Este conocimiento es invaluable para la neurociencia visual.
Además, tiene potenciales implicaciones significativas para comprender mejor condiciones como el daltonismo, donde uno o más tipos de conos funcionan de manera anómala o están ausentes. Estudiar estas percepciones artificiales podría arrojar luz sobre las experiencias visuales alteradas de las personas con deficiencias en la visión del color y, potencialmente, informar el desarrollo de futuras ayudas o terapias. También podría ser relevante para entender otras enfermedades oculares que afectan a los fotorreceptores. Si bien el público general, como señalan los investigadores, podría no ver una utilidad inmediata, este tipo de investigación fundamental expande nuestra comprensión de uno de los sentidos más vitales y complejos. Aunque no podamos "ver" este color en nuestros dispositivos –ni siquiera con la tecnología de realidad virtual más avanzada actual–, el hecho de saber que nuestro cerebro es capaz de generar tal percepción bajo condiciones específicas abre nuevas vías para explorar la plasticidad y capacidad del sistema visual humano.
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