Dulce típico

Tradición de la mona en Catalunya: por qué y cuál es su origen

Estas son las dos mejores monas de Pascua de Catalunya

Las monas de Pascua más irresistibles de este año

Monas de Pascua hechas por la pastelera Catarina Moráis.

Monas de Pascua hechas por la pastelera Catarina Moráis. / Zowy Voeten

Pedro G. Cuesta

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La mona de Pascua es una de las tradiciones más arraigadas de la Semana Santa en Catalunya, así como en otras zonas cercanas como la Comunitat Valenciana y las Illes Balears.

Esta costumbre, que combina elementos religiosos, familiares y gastronómicos, tiene lugar el Lunes de Pascua, día festivo en Catalunya y que simboliza el final de la Cuaresma y la celebración de la resurrección de Cristo en el calendario cristiano.

Sin embargo, más allá de su contexto religioso, la mona se ha convertido en una de las fiestas más significativas para los niños y una ocasión para una reunión familiar.

Lo que marca la tradición

La tradición marca que el padrino es el que debe regalar a su ahijado o ahijada una mona que, originalmente, era un pastel sencillo con huevos duros y que, con el paso de los años, ha evolucionado hasta convertirse en una auténtica obra de arte de la repostería.

En teoría, debe regalarla hasta que el ahijado hace la Primera Comunión, aunque esta costumbre se ha ido diluyendo y, en muchos casos, se prolonga hasta la adolescencia o incluso la edad adulta.

Si el padrino no tiene por costumbre regalar la mona -porque no vive en zonas donde es tradicional hacerlo- o ha fallecido, siempre puede hacerlo la madrina.

Sin embargo, la tradición marca que debe ser el padrino el que regale la mona el Lunes de pascua, poniendo fin a la Semana santa, y la madrina, la palma o el palmón que se regala el domingo de Ramos y que da inicio a la Pascua.

Qué significa el término 'mona'

El origen etimológico de la palabra 'mona' no tiene nada que ver con el animal. Se cree que proviene del árabe 'munna' o 'mûna', que hace referencia a un regalo o provisión de alimentos que los musulmanes ofrecían a sus señores o que los viajeros llevaban en sus desplazamientos. Esta raíz semántica encaja con la idea de ofrenda o presente que conlleva la tradición de regalar la mona.

Las primeras referencias documentadas a la mona datan del siglo XV, aunque su popularización se produjo a partir del siglo XVIII y XIX. En sus inicios, la mona era un pastel muy sencillo, hecho de una masa de pan o bizcocho dulce y decorado con huevos cocidos -siempre en número par, habitualmente entre uno y doce, en función de la edad del niño o la niña-.

Huevos enteros

Estos huevos, que se colocaban enteros y con cáscara sobre la superficie del pastel, eran a menudo teñidos con colores.

Con el paso del tiempo, y en especial a partir del siglo XX, la mona empezó a transformarse en un producto más elaborado.

La aparición de la pastelería moderna y la influencia del chocolate introdujeron cambios importantes: los huevos cocidos fueron sustituidos por huevos de chocolate, y la base de bizcocho se enriqueció con rellenos, coberturas y figuras decorativas.

Creaciones pasteleras

Hoy en día, la mona puede adoptar una gran variedad de formas: las pastelerías preparan sus creaciones con semanas de antelación, y los escaparates se llenan de auténticas maravillas hechas con chocolate: castillos, dragones, personajes de Disney, jugadores del Barça, escenarios de videojuegos o incluso monumentos arquitectónicos.

En paralelo a las monas más modernas y espectaculares, sigue habiendo una corriente de reivindicación de la mona tradicional: la coca de pa de pessic con huevos duros, o con cabello de ángel y frutas escarchadas, que muchas familias aún prefieren hacer en casa, como una forma de mantener vivo el legado familiar y cultural.