Este nombre catalán va a desaparecer en Catalunya: solo hay 8 en toda la comunidad

Los nombres que usan nuestros abuelos y abuelas van desapareciendo a medida que pasan los años. Como es habitual, la sociedad avanza y, con ello, las denominaciones de las personas. 

Allá por los años 50, los nombres más populares en Catalunya eran Antonio, José o Jorge, nombres que ahora apenas se ponen a los recién nacidos.

A las niñas, en cambio, se les acostumbraba a poner nombres de vírgenes como inspiración, entre ellos Montserrat, Teresa o María, un nombre presente en los registros de cada década.

Estas denominaciones van perdiendo popularidad, pero aún existen progenitores que deciden optar por nombres más clásicos, lo que hace que perduren en el tiempo. 

En peligro de extinción

Este no es el caso de nombres como Afrodisio o Adelfina, de los cuales solo quedaban en 2023 12 y 4 personas respectivamente en toda Catalunya, según datos del Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat). Enfocándonos en la comunidad autónoma, muchos padres catalanes tienden a poner a sus hijos nombres de su propia tierra, como Josep o Joan.

Estos dos, muy populares desde hace años, aún se mantienen, pero no es el caso de Fructuós. Este nombre, muy poco conocido actualmente, únicamente lo llevan ocho personas en toda Catalunya, según el Idescat. En España, encontramos su equivalente, Fructuoso, y los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) afirman que hay 1.068 personas que lo portan, aunque la media de edad era de 69,3 años en el 2023.

¿Qué significa?

Si bien el significado es bonito, ya que significa fructífero, productivo o fértil, las nuevas generaciones de padres ya no optan por este nombre. 

Fructuós es un nombre que proviene del latín, 'Fructuosus' y que estuvo muy presente en la Hispania romana. Posee una fuerte connotación de abundancia y prosperidad, relacionada con la tierra y su capacidad de producir alimento y riqueza. 

Además, como muchos nombres antiguos, está relacionado con un santo, en este caso con la figura de San Fructuoso, un obispo de Tarraco (actual Tarragona) muy venerado en diferentes sectores de la Iglesia Católica y que fue martirizado en el siglo III, durante las persecuciones contra los cristianos de la época. Fructuós fue condenado a morir en la hoguera del anfiteatro de Tarragona el 21 de enero de 259, como sacrificio en honor a los dioses del Imperio romano. Por este motivo, su festividad se celebra cada 21 de enero.

Tradición perdida

Durante muchos años, los progenitores escogían los nombres de sus futuros hijos teniendo en cuenta las opiniones de los padrinos y el párroco, y optaban por nombres de antepasados y de santos. Actualmente, las tendencias para escoger nombre han cambiado y el contacto con otras culturas ha conseguido que aparezcan nuevas designaciones exóticas y mucho menos arraigadas en la tradición española.