Psicología
¿Por qué enero se nos ha hecho tan largo? La Universidad de Harvard te lo explica
Enero es un mes largo, pero no solo en el calendario: la falta de novedades, el clima, la economía y nuestros propios ritmos cerebrales contribuyen a que parezca eterno

Un hombre tacha días en un calendario. / Pixabay / F1Digitals
Enero suele ser percibido como un mes largo y, a menudo, difícil de sobrellevar. Esta sensación se debe a una combinación de factores psicológicos, fisiológicos y económicos que influyen en nuestra percepción del tiempo.
Si sientes que enero dura una eternidad, no estás solo. Cada año, millones de personas comentan en redes sociales que este mes parece no terminar nunca. Pero, ¿qué hay detrás de esta percepción? La ciencia tiene respuestas, y varias investigaciones en neurociencia, psicología y biología respaldan esta sensación.
¿Por qué se dice que enero es el mes más lento?
Uno de los factores clave es la falta de eventos memorables. Según el neurocientífico David Eagleman, “cuando vivimos experiencias nuevas, el cerebro dedica más recursos a procesarlas, lo que hace que el tiempo parezca más lento”. Diciembre, con sus fiestas, reuniones y viajes, está lleno de estímulos. En cambio, enero suele ser rutinario y monótono, lo que provoca que los días se sientan más largos.
También influye nuestro reloj biológico. Investigaciones sobre ritmos circadianos indican que la menor exposición a la luz solar en invierno altera nuestro ciclo de sueño y energía. “Nuestro reloj interno responde a la luz”, explica un estudio de la Universidad de Oxford, “y en los meses con menos horas de sol, la percepción del tiempo puede verse afectada”. En enero los días aún son cortos, lo que puede generar fatiga y hacer que las jornadas parezcan interminables.
Otro elemento a considerar es el estado de ánimo y el estrés financiero. Estudios publicados en revistas científicas han demostrado que la ansiedad y el estrés pueden distorsionar la percepción del tiempo. “El estrés hace que el cerebro perciba los intervalos de tiempo como más largos”, señala la psicóloga Claudia Hammond en su libro Time Warped. Y si a eso sumamos la famosa “cuesta de enero”, con sus restricciones económicas y promesas de cambio de hábitos, la sensación de lentitud se amplifica.
Por otro lado, la hipótesis del "reloj de dopamina" sugiere que esta hormona, asociada al placer y la recompensa, influye en nuestra percepción temporal. Durante las fiestas, los niveles de dopamina son altos debido a las emociones positivas. “Cuando el cerebro recibe muchas recompensas seguidas, el tiempo parece pasar volando”, indica el investigador Zhenguang Cai, de la Universidad de Londres. En enero, al volver a la rutina y disminuir estos estímulos, el tiempo puede parecer más dilatado.
Así que sí, enero es un mes largo, pero no solo en el calendario: la falta de novedades, el clima, la economía y nuestros propios ritmos cerebrales contribuyen a que parezca eterno. La buena noticia es que febrero está a la vuelta de la esquina y, con él, días más largos y una rutina más estable.
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