Cuatro chocolaterías de Barcelona donde saborear el “suizo” perfecto

Se acercan las navidades y con ellas las listas de regalos y los paseos de tiendas. Después de una tarde de compras por el centro, nada apetece más que calentarse el cuerpo con un buen chocolate a la taza donde mojar un churro crujiente recién hecho o un melindro esponjoso.

Fachada de la Pastelería Escribá de La Rambla, en Barcelona

Fachada de la Pastelería Escribá de La Rambla, en Barcelona / Escribà

Anna Riera

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Esta es una de las tradiciones más arraigadas de la capital catalana cuando llega el frío, y tiene solera, se remonta a principios del 1800. Sin ir más lejos, uno de los restaurantes más antiguos de la ciudad; Can Culleretes, abrió siendo una chocolatería, hasta que en el 1890 empezó a servir comidas. Fue entonces cuando las “granjas” comenzaron a popularizarse como lugares de encuentro entre la burguesía catalana. Tomar un chocolate a la taza representaba un símbolo de estatus y se convirtió en la bebida preferida -si podías permitírtela- incluso más que el café o el té. El mismísimo Barón de Maldà escribió en su diario que bebía una taza de chocolate cada mañana y también cuando recibía visitas.

En aquellos tiempos, las chocolaterías eran de los únicos lugares públicos en el que las mujeres podrían reunirse sin que las acompañara un hombre.

¿Se te empieza a antojar un buen chocolate a la taza? Pues estos son los establecimientos imprescindibles si eres un amante de esta bebida. Todos ellos se encuentran en el centro de la ciudad condal, a escasos cinco minutos de distancia el uno del otro. Pero para no perderte callejeando, marca tu ubicación en la aplicación de la Guía Repsol, para que te los geolocalice en el mapa y regálate el capricho.

Chocolaterías con Solete

Estos cuatro establecimientos tienen un Solete, con el que se reconoce el mérito de estos negocios familiares, heredados de generación en generación, que cuentan con una carta informal, cercana y apetecible de aquellas que recomendarías a tus mejores amigas.

Pastelería Escribà

La pastelería más emblemática de Barcelona fundada en 1906. Recientemente se ganó un Solete con Solera, un reconocimiento a los negocios clásicos que mantienen su autenticidad. En esta pastelería el reconocido maestro chocolatero Antoni Escribà Serra, conocido como el “Mago del Chocolate” por sus originales esculturas de chocolate, inventó las mona de pascua de chocolate tal como las conocemos hoy (antes se regalaban tortas con azúcar y huevos duros).

Verdaderas obras de arte que hoy continúa creando su hijo Christian Escribà junto a su pareja Patricia Schmidt, elevando lo dulce a otro nivel. Desayunar o merendar un chocolate a la taza acompañada de sus exquisitos croissants de mantequilla en su local modernista de La Rambla, 83 (o en la pastelería de Gran Via) te hará sentir como una auténtica celebrity.

El chocolate a la taza con melindros de la Pastelería Escribà de la Gran Via, en Barcelona

El chocolate a la taza con melindros de la Pastelería Escribà de la Gran Via, en Barcelona / XAVI MARCO

Granja Viader

Una verdadera joya para los amantes del chocolate y un lugar único que resiste el paso del tiempo y la modernidad. Originalmente era una lechería familiar, fundada en 1870 pero fue transformándose en un referente de las "granjas" barcelonesas, donde la burguesía catalana disfrutaba de un chocolate a la taza espeso coronado por tres dedos de nata montada al punto exacto, un “suizo” en el que bañar melindros y churros. Honrando sus orígenes, sus lácteos no los supera nadie porque pasteurizan su propia leche, con ella hacen yogures de producción propia, flanes, crema catalana y un sin fin de pasteles. Además, Granja Viader es conocida por ser el lugar donde nació el batido de chocolate catalán, el Cacaolat en 1931, la primera bebida de cacao comercializada en España.

El comedor de la Granja Viader, en el barrio del Raval, en Barcelona

El comedor de la Granja Viader, en el barrio del Raval, en Barcelona / GRANJA VIADER

Calle Petritxol: el corazón chocolatero de Barcelona

Granja Dulcinea

En esta calle icónica del barrio Gótico, uno de los lugares de culto es la Granja Dulcinea. Nació como taberna en 1830 y de la mano de Juan Mach y Elivira Farràs se reconvirtió en chocolatería en 1942. Desde entonces el local no ha cambiado mucho, conserva su autenticidad y un servicio impecable. Lo que la convierte en una de las chocolaterías preferidas por los barceloneses es su chocolate a la taza, su suizo y sus míticas ensaimadas y churros para sumergir en el néctar de cacao. Y si como buen goloso no tienes suficiente, prueba sus gofres caseros, no te arrepentirás.

n chocolate a la taza con churros y ensaimada y un café con leche de la Granja Dulcinea, en Barcelona

n chocolate a la taza con churros y ensaimada y un café con leche de la Granja Dulcinea, en Barcelona / DULCINEA

Granja La Pallaresa

Preparan desayunos y meriendas memorables desde 1947. Márcalo en tu lista de favoritos y no te pierdas su clásico chocolate a la taza y su suizo, coronado por una nube de nata montada, hunde en él sus melindros artesanos, unos churros recientes o alguna de sus piezas de bollería casera. Quizás tengas que ponerte en la cola que a menudo espera para sentarse en una de las codiciadas mesas de un local que te regresará a tu infancia. i lo tuyo son los postres, te animamos a probar el “menjar blanc” que se sirve en esta antigua lechería, una receta medieval hecha a base de leche, azúcar y crema de almendras.

Los suizos y ensaimadas de la La Pallaresa, en Barcelona

Los suizos y ensaimadas de la La Pallaresa, en Barcelona / LA PALLARESA

Seamos sinceros, no hay mejor forma de plantarle cara al invierno que sumergiendo un churro bien crujiente en un cacao espeso y caliente. El plan perfecto para estas navidades.