Gambusia: un pez introducido contra los mosquitos que acabó invadiendo los ríos
Un pequeño pez que no supera los 6 centímetros está causando auténticos desastres en los ríos españoles. La gambusia o pez mosquito, introducido en España deliberadamente hace un siglo para luchar contra algunas enfermedades transmitidas por los mosquitos, ha terminado propagándose sin control por gran parte del país. Está amenazando a especies de peces de río autóctonos de gran importancia y que solo se encuentran en la Península Ibérica, como el fartet, en peligro de extinción.
La Gambusia holbrooki, también conocida como “pez mosquito” es una especie originaria de la costa este de Estados Unidos, capaz de habitar en aguas dulces, salobres e hipersalinas. Hoy en día está presente en 30 países distribuidos por los cinco continentes, o bien con fines ornamentales, puramente decorativos, o como medida de control frente a mosquitos portadores de ciertas enfermedades.
En el caso de España, esta especie acuática fue introducida en 1921 para combatir el paludismo, una enfermedad, según la OMS, “potencialmente mortal” aunque prevenible y curable, que se transmite a los humanos mediante la picadura de mosquitos infectados.
Aunque España fue declarada libre de paludismo o malaria en 1964 y desde entonces la mayoría de los casos son importados, lo cierto es que esta especie sigue muy presente en casi todas las aguas lentas y cálidas de la Península Ibérica, sobre todo en algunos puntos del país, como el este, suroeste peninsular, costa mediterránea y la cuenca del Ebro.
Esto se debe a que la gambusia, que vive en zonas de aguas lentas, poco profundas y con mucha vegetación, son muy resistentes a entornos degradados y contaminados, por ejemplo, allá donde se han producido vertidos de aguas residuales o hay una baja concentración de oxígeno disuelto. Son situaciones a las que, en cambio, las especies locales no son capaces de adaptarse.
Además, son depredadores muy competidores que se alimentan de larvas de dípteros (moscas, mosquitos), copépodos (pequeños crustáceos) y áfidos (pulgones) que suelen cazar en superficie -de ahí su eficacia contra las plagas, ya que se come la larva antes de que nazca el insecto- y acaban por arrebatar el alimento a las especies autóctonas.
Por otro lado, cuentan con una alta fecundidad, pudiendo tener hasta 15 o 30 crías en cada alumbramiento, una capacidad de reproducción que pueden modular para corregir desequilibrios poblacionales, aumentando la puesta cuando hay déficit o disminuyéndola cuando hay un exceso.
Los cambios en el curso de los ríos ocasionados por la construcción de infraestructuras como las presas, los embalses y otras canalizaciones favorecen la permanencia de estas especies exóticas, ya que viven en zonas hídricas con un caudal poco profundo.
Efectos biológicos
La asentada presencia de esta resistente especie fuera de su hábitat natural es, por tanto, la consecuencia de la “batalla biológica” que se libró en el país y en el resto del mundo a principios del siglo XX para contener una enfermedad parasitaria en un momento en el que alcanzaba una elevada incidencia.
Se decidió entonces priorizar la salud pública por encima de la conservación de los ríos y humedales, así como el estado de las especies autóctonas que en ellos habitaban.
Pero aquellas decisiones tomadas en la lucha antipalúdica en España siguen teniendo consecuencias muy perjudiciales hoy en día para los ecosistemas hidrográficos, especialmente para las especies autóctonas, que quedan desplazadas por la voracidad depredadora y la capacidad de adaptación de las exóticas.
Entre las especies amenazadas por el pez mosquito destaca el fartet o Aphanius iberus, una especie endémica de pez de la Península Ibérica y uno de los vertebrados españoles en mayor peligro de extinción; el salinete o Aphanius baeticus (otro pez que vive sobre todo en la cuenca de Guadalquiver) y el espinoso o Gasterosteus acualeatus. También se han notificado anfibios autóctonos y endémicos perjudicados por la gambusia, al depredar las puestas y los renacuajos de estas especies.
Según se desprende del Catálogo Español de Especies Exóticas invasoras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, donde se incluye a la gambusia, la avidez de la especie afecta también a las propias condiciones del entorno de los ríos y los humedales, ya que contribuyen a que se generen procesos de eutrofización, lo que implica un aumento de los nutrientes en las aguas dulces de lagos y embalses, provocando un exceso de fitoplancton.
Además, el pez mosquito provoca que se reduzca la cantidad de oxígeno y desaparezcan organismos básicos de la biocenosis (el conjunto de organismos vegetales o animales que viven en un entorno concreto), “produciendo el empobrecimiento de los hábitats acuáticos y pérdida de biodiversidad” y “constituyendo una seria amenaza para la conservación del equilibro de comunidades acuáticas”.
La gambusia está incluida entre las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
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