Olas de calor: una amenaza creciente en España

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El cambio climático ha dejado de ser ese ente abstracto que amenaza el bienestar del planeta en un futuro muy lejano. Cada día se ven nuevas evidencias de que ya es una realidad en curso, como es el caso de las olas de calor. Ahora lo ha vuelto a demostrar un reciente estudio que ha evaluado las muertes producidas por calor en todo el globo en los últimos años, llegando a la conclusión de que entre 1991 y 2018, el 37% de fallecimientos por un exceso de calor tuvieron como principal responsable el cambio climático antropogénico. En España, el número de muertos atribuibles a este fenómeno es del 30,3%, una cifra igualmente elevada.

El estudio, publicado en Nature Climate Change, ha tratado, por primera vez, de comparar cómo era el escenario de la mortalidad en el pasado y cómo lo es ahora. Las conclusiones sugieren que las poblaciones de países de latitudes medias y bajas van a ser las más afectadas en términos porcentuales por este aumento de muertes atribuibles al calor, siendo además las que menos contribuyen al avance del cambio climático como es el caso de América Latina.

En España, aunque no crezca tanto este porcentaje, no significa que esté en mejor posición. Nuestro país es una de las regiones del planeta con más defunciones debidas al aumento de temperatura generadas por el cambio climático, al igual que la mayoría de países que se encuentran en la cuenca mediterránea.

«Va a ser la zona más afectada por el calentamiento global», asegura el geógrafo físico de la Universidad de Santiago de Compostela, Dominic Royé, quien figura como uno de los firmantes de este artículo.

Y es que, como remarca «con o sin calentamiento global, España ya se caracteriza por una alta fracción de muertes atribuibles al calor», indica Royé.

704 muertos al año

704 muertos al añoDe hecho, en términos absolutos, el número de muertes por calor relacionado con el cambio climático en España asciende a 704 por año, lo que supone 4,7 por cada 100.000 habitantes de media, teniendo en cuenta los datos recabados en las capitales provinciales.

Los investigadores recabaron datos empíricos de 732 lugares en 43 países para estimar la carga de mortalidad asociada con la exposición adicional al calor que ha resultado del reciente calentamiento inducido por el hombre en un periodo comprendido entre 1991 y 2018. En todos los países del estudio, se halló un «evidente» aumento de la mortalidad en todos los continentes, aunque varíen geográficamente.

«El cambio climático está afectando a nuestra salud», insiste Royé, que señala que es hora de tomar estas medidas, especialmente en ciudades donde, por el aumento de uso de superficies artificiales (como hormigón o asfalto), se va a sufrir más el aumento de temperaturas.

«Debemos repensar cómo vivimos en las ciudades», insiste el investigador, quien señala que es hora de realizar una «reestructuración climática» de las mismas. En este sentido, sus propuestas pasan por la creación de más áreas verdes (de vegetación) y azules (como ríos y lagos) o repensar las construcciones para que todas sean bioclimáticas.

En otras palabras, se debe lograr que los edificios puedan mantener una temperatura idónea sin que para ello se sigan emitiendo gases de efecto invernadero.

«Se sabe que la temperatura exterior puede aumentar entre dos o tres grados centígrados tan solo por el uso de aire acondicionado», insiste Royé.

En todo el mundo las temperaturas ya han aumentado 1,03ºC por encima del nivel preindustrial, y las consecuencias ya están siendo palpables.

Además, como incide Royé, en países como España, el 1,5ºC de aumento de temperatura se rebasó hace tiempo. Y es que Europa se está llevando la peor parte, habiendo aumentado su temperatura en el mismo periodo entre 1,7ºC y 1,9ºC.

«Piensa lo que podría ocurrir si continúan las emisiones y alcanzamos los 2ºC de aumento o incluso más», incide el geógrafo, que insiste en que esto sucederá si no se corta de raíz inmediatamente las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Otro estudio en el que ha participado el mismo investigador, publicado esta vez en la revista Atmospheric Research, anticipa un aumento de la intensidad de las olas de calor del 104% para el futuro próximo (2021-2050) en toda la Península Ibérica.

Los autores estiman una incremento de las olas de calor con tendencias del 6% al 8% por década, lo que conllevará una mayor afección sobre el ser humano, un aumento de la demanda de energía e implicaciones para el riesgo de incendios.

La extensión media de las olas de calor para el período 1971-2000 aumentó en un 1,71% por década, mientras que el aumento en la extensión máxima es aún mayor, con un 4,3% por década.

Un 16% más de muertes

Vinculado al concepto de olas de calor se encuenta el de ‘noches tropicales’, aquellas en que la temperatura no baja de los 20 grados. En este sentido, los investigadores han cuantificado la mortalidad que produce este aumento de noches calurosas. Las muertes han aumentado un 16% en España por estas noches bochornosas, según el estudio de Royé.

«Nuestro cuerpo necesita descansar», señala Royé que indica que, para ello, es necesario que baje el pulso entre un 20% y un 30% con respecto al que tenemos estando en reposo. Sin embargo, cuando una presión externa como el calor hace su aparición, el cuerpo se ve obligado a trabajar para poder termorregularse a través de la sudoración y la vasodilatación.

El peligro está en todas partes, pero sin duda los que tienen más riesgo de sufrir un desenlace fatal son las personas con patologías previas, especialmente cardiovasculares y respiratorias. De hecho, en las personas con enfermedades respiratorias, la mortalidad por el bochorno nocturno asciende al 30%, el doble que en el resto de la población.

Una de las conclusiones más relevantes de la investigación desarrollada es que la mortalidad tiene más relación con la temperatura que se alcance durante la noche que con el hecho de que esa noche calurosa se prolongue durante más horas.

En España se han estudiado cuatro ciudades: Barcelona, Bilbao, Madrid y Sevilla. De ellas, la que experimenta un mayor riesgo de muerte por exceso de calor es Madrid, donde este indicador alcanza el 26%.

«El impacto del ambiente térmico en la salud, el confort y el rendimiento es uno de los problemas de salud pública más críticos relacionados con el cambio climático», explica el investigador.