La dramática historia de la isla que se ahoga

La dramática historia de la isla que se ahoga

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Los científicos alertan de que la desaparición de una isla de Luisiana (EE UU) por el aumento del nivel del mar demuestra lo que puede pasar en unos años en muchos lugares del mundo

La isla de Jean Charles, en Luisiana (Estados Unidos) se hunde irremediablemente. En el último siglo su superficie terrestre se ha reducido en más de un 90 por ciento. En pocos años no quedará ni un centímetro cuadrados de tierra firme. Es la isla que se ahoga. En 1959 tenía 17 kilómetros de longitud y ocho de anchura. Ahora tiene tres de longitud y medio de ancho.

Es una pequeña porción de tierra ubicada en el pantano de South TerrebonneParish. Un lugar de inmensa belleza y gran biodiversidad. El hogar de la tribu Biloxi-Chitimacha-Choctaw, una comunidad indígena. La subida del nivel del mar por el cambio climático fuerza el traslado de sus habitantes. Pero algunos se resisten a abandonar un lugar que consideran sagrado, su patria, y han convertido sus casas en una suerte de palafitos.

Quienes ya se han marchado son los primeros refugiados climáticos de la historia. Pero no serán los últimos: la comunidad científica pone a este sorprendente paraje como ejemplo y advertencia de lo que puede pasar en los próximos años en muchos lugares del mundo. Una premonición.

El último acto de esta tragedia se desarrolló hace solo unos días, cuando cuatro tribus nativas de Luisiana y una de Alaska, incluida la de Isle de Jean Charles, presentaban una queja formal ante las Naciones Unidas (ONU), en Suiza, por la inacción del gobierno estadounidense ante la amenaza que el cambio climático supone para su existencia.

“La incapacidad del gobierno de los Estados Unidos para proteger a las naciones tribales ha resultado en la pérdida de patrias ancestrales sagradas, la destrucción de lugares de enterramiento sagrados y el peligro de las tradiciones culturales, el patrimonio, la salud, la vida y los medios de subsistencia. Además, ha interferido en la soberanía y la autodeterminación de las naciones tribales y está rompiendo comunidades y familias ”, recoge la denuncia.

“Al no actuar, el gobierno de Estados Unidos ha puesto a estas tribus en riesgo existencial”, añade la denuncia, cuyo texto completo puede leerse en la dirección: https://assets.documentcloud.org/documents/6656724/Louisiana-Tribes-Complaint-to-UN.pdf.  Consideran que el gobierno norteamericano ha infringido la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Citan, en concreto, el quebrantamiento del artículo 25: “Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y fortalecer su propia relación espiritual con las tierras, territorios, aguas, mares costeros y otros recursos que tradicionalmente han poseído u ocupado y utilizado y a asumir las responsabilidades que a ese respecto les incumben para con las generaciones venideras”.

Y el 26, que entre otros aspectos señala: “Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado o utilizado o adquirido” y “Los Estados asegurarán el reconocimiento y protección jurídicos de esas tierras, territorios y recursos. Dicho reconocimiento respetará debidamente las costumbres, las tradiciones y los sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas de que se trate”.

Las tribus han intentado participar en la creación del denominado ‘Plan Maestro Costero de Luisiana’, ideado para proteger a las localidades del litoral del aumento del nivel del mar y los eventos climáticos extremos, pero sienten que no se ha valorado en absoluto su aportación. “Estamos en esta situación debido a la acción y la inacción del gobierno”, clamó un portavoz de los denunciantes. “No solo estamos perdiendo nuestra patria. Perdemos mucho más que eso. Perdemos nuestra cultura. Perdemos nuestra identidad”, denunció ShirellParfait-Dardar, jefe tribal de Biloxi-Chitimacha-Choctaw.

“Para nosotros, la isla es más que un simple lugar para vivir. Es el epicentro de nuestra tribu y de nuestras tradiciones. Es donde nuestros antepasados sobrevivieron después de ser desplazados por las políticas de la era de la Ley de Remoción de Indígenas (impulsada por el presidente Andrew Jackson y aprobada el 28 de mayo de 1830), y donde cultivamos lo que se ha convertido en una parte única de la cultura de Luisiana”, señalan los nativos en la página web de la comunidad (www.isledejeancharles.com).

“Pero hoy, la tierra que nos ha sustentado durante generaciones se desvanece ante nuestros ojos. Nuestras tierras tribales están plagadas de problemas ambientales: erosión costera e intrusión de agua salada, causada por canales dragados a través de nuestro pantano circundante por compañías de petróleo y gas, hundimiento de tierras debido a la falta de renovación del suelo y grietas por la construcción de diques que nos separaban del río y la subida del nivel del mar”, lamentan.

Estos cambios ambientales, unidos a las talas inadecuadas y las prácticas irresponsables de extracción de petróleo y gas, han dinamitado la costa de Luisiana y han provocado un notable aumento del riesgo de inundaciones y cambios en las formas de vida de los lugareños. Además, el pequeño dique que protege la isla durante la marea alta ha provocado que el pantano se haya estancado, lo que ha arrasado el ecosistema existente.

Durante casi veinte años, los nativos de Isle de Jean Charles han estado planificando un “reasentamiento tribal” con el firme objetivo de mantenerse unidos, dar una nueva oportunidad a sus formas de vida y a su cultura, y asegurar un futuro para la tribu.

La carretera de acceso, en peligro

En 1953 se construyó la denominada Island Road, una carretera que accedía a la isla a través de las marismas (antes había un camino de carro, pero el único transporte seguro era el barco), pero la erosión la ha convertido en vulnerable a las inundaciones. Ya no es segura.

De nada les sirvió que los nativos gastaran 6,24 millones en junio de 2011 para restaurar y elevar la carretera. En apenas unos años volvió a quedar afectada a menudo por inundaciones. Y ahora se ve rebasada por el mar incluso cuando sopla con algo de fuerza el viento del Sur.

La esperanza de que aquel rincón del Golfo de México quedara finalmente amparado por el sistema de protección contra huracanes (Morganza to the Gulf Flood Protection System), que se construye desde hace años para brindar abrigo a las comunidades de Luisiana contra marejadas ciclónicas, se había desvanecido ya en 1988, cuando el Cuerpo de Ingenieros del Ejército USA determinó que no era rentable incluir a Isle de Jean Charles. En 2001, definitivamente, el dique se realineó y se dejó fuera a la isla. Fue entonces cuando el Consejo Tribal optó por el reasentamiento.

La comunidad indígena inició hace ahora dos decenios un largo camino hacia el “reasentamiento tribal”, con la idea de mantenerse unida y “al lado de otras comunidades tribales que brindan un liderazgo esencial en la construcción de resiliencia a los efectos del cambio climático”, explican.

Las actividades de planificación de reasentamiento han recibido premios y alabanzas en todo el país. Incluso lograron el apoyo de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y, tras reconocer a los nativos como los primeros refugiados climáticos del país, en 2016, una subvención federal de 48 millones de euros se destinó al reasentamiento de la tribu en terrenos situados más al interior.

Pero varios contenciosos retrasaron la actuación y la construcción de la que se conoce como ‘The New Isle’ no comenzó hasta el pasado mes de mayo. Algunos nativos ya se han ido hace tiempo a apartamentos temporales costeados por el Estado, pero aún hay quienes planean quedarse en la isla, al considerar que la mudanza es “voluntaria”. No quieren abandonar la tierra de sus antepasados. Ahora ponen su esperanza más inmediata en una resolución de la ONU favorable a sus intereses.

Fuente de referencia:

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