SEGURIDAD VIAL

Trànsit vigila a los motoristas para frenar el incremento de muertes en este colectivo

MOTOS

MOTOS / Ricard Cugat

Cristina Buesa

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Ronda Litoral, las 8.30 horas. En sentido Llobregat el tráfico fluye. Los viernes hay menos movimiento que los lunes y martes. Es un nudo viario, entre la C-31 y la propia B-10, cerca del límite entre el barrio de la Mina y Sant Adrià. El responsable del dispositivo, el sargento de los Mossos d'Esquadra José Martínez Ramos, asegura que han instalado allí el control porque es un punto con una elevada siniestralidad. Le acompañan dos motos, dos coches patrulla y otros cinco agentes.

Esta puesta en escena se ha repetido durante toda la semana y se alargará hasta el domingo por la red interurbana de carreteras catalana. Con el apoyo de las policías locales y los Mossos, el Servei Català de Trànsit ha coordinado una campaña preventiva para evitar las conductas de riesgo de los motoristas, después de que la mortalidad en este colectivo se haya disparado en lo que va de año. 

Ver y ser visto

"Me parece muy bien esta vigilancia: hacen su trabajo", encaja uno de los motoristas parado por un mosso en la isleta, en un arcén de la Ronda Litoral, David Catalán. Pocos minutos después, otro hombre no lo ve igual. "No entiendo qué criterio usan para detener y sancionar. Me dicen que he pisado la línea continua y no es verdad, solo lo hacen para recaudar", se queja con el labio tembloroso de rabia.

La mayoría de los motoristas multados este viernes en esta inspección viaria habían incumplido una de las normas básicas para sobrevivir sobre dos ruedas: ver y ser visto. Se han colado entre vehículos, han adelantado por la derecha, han pisado la isleta, no han respetado los 1,5 metros de distancia con el resto de conductores. Todo esto se considera una infracción grave, que supone una sanción de 200 euros (la mitad si se paga en los días inmediatamente posteriores).

Conductores sin pericia

Ha sido el caso de Jean Cristophe Fromaget, un vecino de Tiana (Maresme), que hace unos meses decidió comprarse una moto de 125 centímetros cúbicos de segunda mano para ahorrarse tiempo en sus desplazamientos hasta su trabajo, en la Via Laietana. "Tenía el carnet de conducir francés, que nos permite llevar esta cilindrada", expone sonriente y despreocupado mientras el agente le entrega la sanción.

"No siempre que les paramos, sancionamos: el objetivo es concienciar de una conducción defensiva", expone un sargento de Mossos

La Yamaha lleva unos neumáticos demasiado desgastados, otro motivo de punición. Pero el mosso que le extiende la receta opta por advertirle solo verbalmente, sin pasar por caja. "Cada vez que levantamos el brazo no es para denunciar. En muchas ocasiones, únicamente con llamarles la atención ya cumplimos con el objetivo, que es el de concienciar a los motoristas de que deben realizar una conducción defensiva, para protegerse del resto de vehículos porque son los más débiles", describe el sargento Martínez, con 20 años como mosso de tráfico.

El peligro de los escúters

En el asfalto hay de todo. Desde motoristas inexpertos como el francés, a imprudentes como otra chica con escúter que trata de saltarse el alto del control, obligando al agente a sacar el silbato para obligarla a frenar. ¿Motivo? Iba sin el seguro obligatorio, con la ITV caducada y la maniobra entre dos turismos había sido una imprudencia, lo que había alertado al policía.

"Los más inconscientes son esos", señala Javier Vega a una ScoopyBien equipado con chaqueta y guantes homologados, el hombre circula con una motocicleta de gran cilindrada hace más de dos décadas. Aprueba el control policial sin pestañear y tiene claro el diagnóstico: "Los de los escúters con permiso regalado con el del coche deberían estar más pendientes de lo que hacen porque cogen 100 kilómetros por hora en un golpe de gas y van a saco". Otro experimentado conductor de una Triumph de 800 cc. sin mácula, Luis Martín, se suma al diagnóstico.

El enemigo: la velocidad

La velocidad es, precisamente, uno de los aspectos que más preocupa a los responsables del Departament d'Interior. En lo que va del 2017 han fallecido 17 motoristas mientras que en el mismo periodo del año pasado habían sido 10. De esos 17, la mitad se accidentaron solos, sin ningún otro vehículo implicado, describe la responsable de gestión y planificación de seguridad vial del Servei Català de Trànsit, Anna Pintó, lo que es sinónimo de exceso de velocidad o de una distracción.

Pintó advierte que las lesiones de un motorista en caso de caída se agravan extraordinariamente si se corre demasiado y que las campañas específicas de control de motos tratan de disuadirles de ese peligro. La siguiente se hará del 16 al 22 de julio. En total se realizan 17 al año, por temas, como transportes, seguridad pasiva, alcohol, peatones, entre otras.