Pronóstico
La Aemet agura un otoño anómalo tras las altas temperaturas de este verano
El verano de 2025 no solo ha sido cálido, sino extremo

Archivo - Termómetro marca 32 grados en Valencia. / EUROPA PRESS - Archivo
El calendario marca el final del verano, pero el termómetro se niega a aceptarlo. Tras vivir el verano más caluroso desde que existen registros en España, las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) dibujan un panorama preocupante para los próximos meses. El país se encamina hacia un otoño anómalo, caracterizado por temperaturas significativamente más altas de lo habitual y una notable escasez de precipitaciones en zonas clave del territorio. Este pronóstico no es un hecho aislado, sino la continuación de una tendencia climática que consolida los efectos del calentamiento global y plantea serios desafíos para la gestión de recursos hídricos, la agricultura y la prevención de incendios.
El punto de partida de esta predicción es un periodo estival que ha batido todos los récords. El verano de 2025 no solo ha sido cálido, sino extremo. La AEMET confirmó que una devastadora ola de calor se prolongó durante 16 días consecutivos en el mes de agosto, un evento de una duración e intensidad sin precedentes que sometió a la población y a los ecosistemas a un estrés térmico constante. Para ponerlo en perspectiva, la agencia destacó un dato alarmante: durante la estación, "uno de cada tres días hemos estado bajo aviso por ola de calor". Esta estadística demoledora subraya la nueva realidad climática a la que se enfrenta el país, donde los eventos extremos se están convirtiendo en la norma.
Un calor que se resiste a marchar
La principal conclusión del informe estacional de la AEMET es que la inercia térmica del verano se prolongará durante los meses de septiembre, octubre y noviembre. La agencia ha señalado que existe una "gran probabilidad de que la temperatura media se encuentre en el tercil cálido en toda España". En términos más sencillos, esto significa que los termómetros marcarán valores muy por encima de la media histórica para esta época del año. Se espera que el otoño sea notablemente más templado, retrasando la llegada del frío y alterando los ciclos naturales que dependen de la estacionalidad.
Esta anomalía térmica no afectará a todo el territorio por igual. Según el pronóstico detallado, las regiones donde el calor se sentirá de manera más acusada serán el norte, el este peninsular y las Islas Baleares. Esta situación tiene consecuencias directas: desde un mayor gasto energético para la refrigeración hasta impactos severos en la agricultura, con posibles alteraciones en los ciclos de cultivo y la maduración de los frutos. Además, la persistencia del calor podría alargar la temporada de alergias y mantener un elevado riesgo de incendios forestales en zonas donde la vegetación sigue extremadamente seca tras el verano.
La amenaza de la sequía se intensifica
Las malas noticias no se limitan a las altas temperaturas. El pronóstico de precipitaciones es igualmente desalentador, especialmente para las regiones que más dependen de las lluvias otoñales para recargar sus acuíferos y embalses. La AEMET anticipa un otoño seco, con una alta probabilidad de que la lluvia acumulada se sitúe en el "tercil seco" —es decir, muy por debajo de lo normal— en dos áreas geográficas críticas: el oeste de la península y el archipiélago canario. Estas zonas, que ya arrastran un déficit hídrico considerable, se enfrentan a un agravamiento de la sequía.
Para el resto de España, la predicción es menos alarmante, ya que se espera que las precipitaciones se mantengan dentro de la "probabilidad climatológica", es decir, en valores considerados normales para la estación. Sin embargo, la falta de lluvias en el oeste peninsular podría tener un impacto directo en las reservas hídricas de cuencas hidrográficas fundamentales, poniendo en jaque el abastecimiento para consumo humano y el regadío. La combinación de altas temperaturas y escasez de agua crea un cóctel peligroso que puede derivar en una sequía hidrológica más profunda de cara al invierno.
Una predicción basada en la ciencia y la evidencia
La AEMET subraya que estas predicciones estacionales no son fruto del azar, sino el resultado de un análisis riguroso y consensuado. El pronóstico se elabora mensualmente utilizando una combinación de diversos modelos climáticos de alta fiabilidad, lo que permite anticipar las tendencias generales para los tres meses siguientes. Aunque las predicciones a largo plazo siempre conllevan un grado de incertidumbre, la alta probabilidad asignada a este escenario cálido y seco es un claro indicador de la robustez del pronóstico.
En definitiva, España se enfrenta a una transición estacional que desafía las expectativas tradicionales. El otoño de 2025 se perfila como una extensión del calor veraniego, un síntoma inequívoco de un clima en plena transformación. Esta realidad obliga a las administraciones y a la sociedad en su conjunto a acelerar las medidas de adaptación y a tomar conciencia de la urgencia de actuar frente a una crisis climática cuyos efectos ya son innegables.
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