Movilidad

Una calle de Terrassa vuelve a cambiar su sentido tras comprobar que estaba saturando el tráfico

El Ayuntamiento reconoce que el cambio de sentido de Ramón y Cajal ha afectado directamente al tráfico de Menéndez y Pelayo que ha visto incrementada su carga en un 55%

Vecinos de Terrassa se rebelan contra un nuevo párking por "miedo" a la masificación de coches en el centro

Cambio de sentido del tráfico en el cruce de Riera de Sant Miquel y Sèneca, el pasado miércoles.

Cambio de sentido del tráfico en el cruce de Riera de Sant Miquel y Sèneca, el pasado miércoles.

Clàudia Mas

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Terrassa
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En una decisión que evidencia el pulso entre las reclamaciones vecinales, los intereses comerciales y la contaminación de la ciudad, el Ayuntamiento de Terrassa (Vallès Occidental) ha anunciado que restituirá el sentido de circulación original de la calle de Ramón y Cajal. Apenas un mes después de modificarlo a petición de algunos vecinos del barrio de Can Palet, los datos de movilidad han obligado a dar marcha atrás.

El movimiento, impulsado en febrero como respuesta a la histórica demanda de pacificar el tráfico en esta vía estrecha y residencial, ha tenido un efecto directo: trasladar el problema a la calle vecina, la Menéndez y Pelayo. Allí, el flujo de vehículos ha aumentado un 55%, provocando atascos y colapsos que han dejado al límite la capacidad de la vía.

“El objetivo era reducir la circulación de vehículos pesados y ganar seguridad peatonal”, ha defendido la regidora del distrito 3, Montse Alba, tras una reunión mantenida el pasado viernes con la Asociación de Vecinos de Can Palet. “Pero los coches no han usado Glòries Catalanes como alternativa, y el problema se ha desplazado”, ha añadido. De ahí, la decisión: se devuelve el sentido a Ramón y Cajal, aunque se mantiene el nuevo recorrido de la línea de autobús L7 por la avenida de las Glòries Catalanes, una modificación “que sí ha funcionado”, según Alba.

Sin embargo, la marcha atrás no convence a todos. El presidente de la Asociación de Vecinos, Manuel Ávila, considera que la reapertura responde a “presiones ejercidas por ciertos sectores”, entre ellos el supermercado Consum, uno de los más afectados por la pérdida de accesibilidad. “Creemos que antes de reabrirla tendría que haberse planteado un proceso más completo, un proyecto global de movilidad para el barrio. No se puede improvisar con el tráfico”, reclama.

Uno de los principales conflictos gira en torno a la falta de salidas en la parte oeste del barrio, donde la única vía para escapar del laberinto urbano es Menéndez y Pelayo. “Históricamente hemos pedido que se saque el tráfico de Cajal, que es una calle estrecha, con un solo carril, sin capacidad para absorber 9.000 vehículos diarios. Durante este mes cortada, ha tenido 2.000. El problema es que no se ha buscado una solución viable para el conjunto del barrio”, añade Ávila.

Voces de la Asociación de Vecinos plantean alternativas concretas: cortar definitivamente Ramón y Cajal a partir de la rotonda, limitar accesos desde la calle Àngel Guimerà o habilitar giros que distribuyan mejor el tráfico.