LOS ALCALDES HACEN BALANCE | TERRASSA

Alfredo Vega: "Que la gestión del agua esté en poder de la Administración pública es una garantía"

Entrevista a Alfredo Vega, alcalde de Terrassa.

Entrevista a Alfredo Vega, alcalde de Terrassa.  / POL ALFAGEME Y JOAN SALICRÚ (VÍDEO); ANNA MAS (FOTO)

Manuel Arenas / Joan Salicrú

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Aunque lleva solo un año y tres meses como alcalde, Alfredo Vega (Motos, Guadalajara, 1957) se conoce al dedillo el Ayuntamiento de Terrassa (Vallès Occidental), también físicamente, pues lo presenta como si estuviera en su segunda casa -era concejal desde 2007, después de toda una vida como profesor-. El socialista llegó a máximo responsable de la administración municipal de la tercera ciudad catalana de forma inesperada, cuando Jordi Ballart dejó la alcaldía en protesta por el apoyo del PSOE a la aplicación del artículo 155 que suspendía la autonomía de Catalunya. Vega tuvo que rehacer casi todo el grupo municipal socialista puesto que cinco ediles más acompañaron a Ballart en su marcha, y próximamente ambos se verán las caras en las elecciones municipales. No obstante, más allá de las repercusiones locales de la crisis catalana, el mandato en Terrassa lo define la recuperación de la gestión directa del servicio del agua, que llevaba 177 años en manos de una empresa privada.


Pregunta (P). Usted accedió a la alcaldía, en noviembre pasado, de forma inesperada, a raíz de la marcha de Jordi Ballart. ¿Cómo recuerda aquel momento ahora, un año después?

Respuesta (R). Fue doloroso, difícil, porque hay personas de la ciudad, muy significativas, como Josep Rull, con quien me une una amistad, involucradas en los hechos. Él o Lluís Puig son personas de la ciudad y esto nos interpela directamente. La mujer de Rull, además, era compañera nuestra en el Gobierno. El 1 de octubre en sí fue tranquilo: en Terrassa quien quiso votó sin problemas. Pero cuando se anunció la aplicación del artículo 155 sí que todo fue muy difícil. Hubo mucha tensión. Nosotros mantuvimos la postura de que ni queríamos DUI ni 155. Nos identificábamos, y así se expresó el anterior alcalde, con la postura que adoptó el president Montilla como senador, que se ausentó de la votación.

Después vino la ruptura con el PdeCAT, porque aquella semana ellos dijeron que se irían. Rompieron y entonces nosotros esperábamos pactar con los comuns, que llevaban un año diciendo que si pasaba esto, ellos entrarían a gobernar con nosotros. Pero eso no se cumplió. Entonces se vislumbraba una moción de censura que finalmente evitamos con la salida del otro alcalde. Y en aquel momento mi grupo pensó que yo era la persona para sacar adelante la situación, con lo cual… me encontré de alcalde.

Me encontré en esta responsabilidad; era un escenario que ni busqué ni era mi ambición personal. Eso no quita que lo haga con la máxima ilusión y honor, pero también con la máxima responsabilidad. Ciertamente, montar un equipo nuevo a 18 meses de elecciones no fue fácil. Pero ahí estamos, luchando e intentando que la ciudad vaya adelante, mi máxima prioridad. Siempre digo que por delante del alcalde está la ciudad.

P. ¿Ha tenido algún contacto con Jordi Ballart desde entonces?

R. A los dos o tres días vino a recoger cosas al despacho pero no, no hemos tenido contacto. Pienso que hay momentos que marcan y visiones diferentes de la política. Si generas un proyecto, en los momentos difíciles es cuando más te necesitan. Yo pensaba que en un momento así, dejar la ciudad sin Gobierno de un día para el otro… me parecía que por responsabilidad no podía dejar que esto pasara. La ciudad necesitaba que la Administración más cercana le diera confianza. Por eso no me fui. Para mí era un tema de conciencia y responsabilidad. Realmente, esos días de octubre son de los momentos más difíciles que hemos vivido como país en los últimos 40 años.  

P. Teniendo en cuenta que únicamente lleva un año de alcalde, a pesar de que anteriormente ya era un concejal importante del equipo de Gobierno, ¿cómo valora esta última parte del mandato?

R. Yo ya conocía muy bien la Administración: estoy en política desde el 2007. Pero, evidentemente, cuando eres alcalde intentas adaptarte al espíritu de la alcaldía y transmitir a los tuyos tu manera de hacer política. Yo vengo del mundo educativo y me gusta el diálogo y el pacto; soy una persona pactista.

Me gusta poner a la ciudad por delante de todo, incluso del alcalde, con una visión global: cuando gobiernas no lo haces solo para los tuyos, hay que tener una visión no sectaria. Esto es lo que intento transmitir en un equipo de 8 regidores, de los cuales 6 los incorporé hace un año; el reto no ha sido menor.

A pesar de ello, en la ciudad ha funcionado el diálogo, que es cuestión de todos: en el 2017, cuando nos quedamos durante 15 días sin alcalde y marcharon los otros concejales, tuvimos la capacidad de aprobar presupuestos en un gobierno con 9 y este año hemos aprobado ordenanzas y presupuestos. Esto es bueno para la ciudad y estoy razonablemente satisfecho porque desde los otros grupos también se ha entendido y ha habido grupos que dispuestos a añadir esta responsabilidad.

"Con una gestión privada, por lo tanto más opaca, es muy difícil conseguir que se entienda el agua como un bien público"

Alfredo Vega

— Alcalde de Terrassa

P. ¿Hasta qué punto ha frenado la ruptura interna del año pasado la ejecución de las grandes ideas del mandato?

R. Ha dificultado, sí. A uno no le gusta tener que pasar por aquí; tuvimos que incorporar a personas nuevas. Somos una ciudad muy grande y la gente necesita experiencia para poder hacer el trabajo. ¡Pero déu n’hi do! Como yo había sido uno de los artífices del plan de mandato, lo conocía bien. Sí que han cambiado cosas, algunas para mejor y otras se han ralentizado, pero, en general, se han cumplido las expectativas.

Se elaboró un plan de trabajo al cual se añadió el PdeCAT, con 115 propuestas; actualmente estamos alrededor de un noventa y algo por ciento de cumplimiento, el resto se acabará cumpliendo excepto tres o cuatro cosas. Esto también tiene que ver con que las políticas municipales están atadas, en muchos casos, a las del Estado y la Generalitat, cuando no ha sido su momento más brillante. Y eso, claro, ha afectado a los municipios. Las administraciones locales hemos sufrido las consecuencias.

P. El gran hito de este mandato en Terrassa es la recuperación de la gestión directa del agua, servicio que hasta ahora prestaba una empresa privada, a través de Taigua, que empezó a funcionar el pasado 10 de diciembre. ¿Ha valido la pena el esfuerzo, que nos consta que ha sido ingente?

R. Creo que sí: había una voluntad política mayoritaria para la municipalización de la gestión. En pleno siglo XXI, que el agua esté en poder de la Administración pública para mí es una garantía, ya que seguramente es el bien más indispensable para la vida. De ahí que la mirada prioritaria se haga poniendo los criterios de bien común por encima del legítimo beneficio económico al que aspira una empresa privada.

Otra cosa que nos preocupaba era garantizar los puestos de trabajo. Por ello se ha consensuado y los trabajadores [de la anterior empresa] están conformes. Por último, también es importante destacar que en España no teníamos muchas experiencias de grandes ciudades que hayan hecho procesos así; no obstante, por ejemplo en Valladolid sí sabían que el traspaso del agua había sido doloroso. Era una preocupación importante. 

Hay que tener en cuenta que Terrassa llevaba 177 años de gestión privada del agua, con lo cual revertir un proceso así no ha sido fácil, pero finalmente conseguimos un diálogo de confianza y lealtad mutua, que es lo que no habíamos tenido con la empresa. A día de hoy, la mayoría de la ciudadanía no es consciente de que hoy Taigua es quien gestiona el grifo de su casa, y para mí esto es una gran noticia.

P. ¿Pero se corresponde el resultado final con el objetivo inicial, a pesar de haber tenido que absorber de facto

R. Este servicio tiene una dificultad extraordinaria: hay que darlo las 24 h los 365 días al año y sin cortes. La Administración pública tiene muchas limitaciones, por lo que el pacto con la empresa era imprescindible para no dejar el servicio sin atender. Finalmente, hemos tenido que convenir servicios de manera transitoria pero esto, con el tiempo, se irá normalizando. Mi aspiración era la fotografía actual: sin cortes ni problemas de suministro, ni en la ciudadanía ni en las empresas. Sigue habiendo algunas incidencias, pero las normales, y se tratan igual que hace un año; se arreglan como hasta ahora.

P. ¿Pero exactamente qué ganan los ciudadanos de Terrassa con el cambio? ¿El agua sabrá mejor o será más barata?

R. Yo aquí diría cuatro cosas importantes. La primera, que en enero se pondrá en marcha el Observatorio del Agua, donde habrá participación ciudadana y total transparencia sobre todo lo que rodea el agua. Hay que admitir que el agua en Terrassa no es cara, comparativamente con ciudades como la nuestra, aunque también lo es porque el precio está congelado desde el 2015, año en que el Ayuntamiento ya no aprobó las tarifas que proponía la empresa.

Ahora bien, históricamente el agua en Terrassa tiene dos problemas, dos costes ocultos. Uno es el sabor. El agua aquí tiene mal sabor, todo el mundo lo sabe. Y el segundo es que tiene mucha cal, y la cal acorta, de una manera significativa, la vida de los electrodomésticos. El beneficio de la gestión pública se podrá ver al intentar revertir estos efectos negativos a través de un plan de inversiones; si optamos por mejorar el sabor, esto tiene un precio que deberá asumir el ciudadano, pero probablemente será un coste menor al de los carros llenos de agua que llevamos todos cuando vamos al supermercado. 

"Vamos a ir al Tribunal Constitucional para que aclare si tenemos derecho a poner multas a los bancos con pisos vacíos. Seguimos con los desahucios y queremos ayudar a paliar este problema"

Alfredo Vega

— Alcalde de Terrassa

P. ¿Pero han calibrado bien hasta qué punto tiene sentido esta decisión, desde la óptica del ciudadano de a pie?

R. La participación, la transparencia, el sentido de derecho humano, la capacidad de sensibilización medioambiental... las consigues cuando acercas el servicio a la ciudadanía. Y esto, hasta ahora, las empresas privadas no lo han hecho. Las administraciones sí podemos hacerlo. Es la manera de conseguir la concienciación de que el agua es un bien común y un derecho de todos y todas. Con una gestión privada y por lo tanto más opaca, porque esto hay que admitirlo… es muy difícil de conseguir. 

P. Otro tema en el cual fueron pioneros fue en multar a las entidades financieras que no dieran uso a pisos vacíos. ¿Cuál es el escenario actual?

R. Las multas empezaron en un momento en que esta ciudad sufría desalojos diariamente y tenía muchos pisos vacíos a manos de los bancos. Esta paradoja, que no conseguíamos resolver vía concienciación, probábamos de resolverla vía multas, intentando que los bancos negociaran. En estos momentos seguimos con el problema de una manera muy persistente: aún tenemos muchos desalojos por el tema de los alquileres. Y tenemos muchos pisos vacíos.

La consistencia que tuvimos en primera instancia en los tribunales, que nos apoyaron, en segunda instancia se desvaneció y ahora iremos al Tribunal Constitucional, pues creemos que tenemos esta capacidad. El objetivo no es tanto multar a los bancos, sino resolver la injusticia de tener pisos vacíos y gente en la calle. Veremos qué acaba diciendo el Constitucional; nosotros hemos pedido muchas veces una aclaración para clarificar la competencia de los ayuntamientos y poder así intervenir y ayudar a las personas para las cuales esta situación es un drama.

P. Por cierto: es curioso porque ustedes, gobernando hasta el año pasado con el PdeCAT, han acabado aplicando en dos campos importantes -agua y vivienda- políticas muy de izquierdas. ¿Le han dicho que parece un alcalde de Podemos?

R. (Ríe) No es mi estilo pero lo del agua… creo que el cambio irá bien. Esto no quiere decir que sea la panacea; la gestión pública tiene sus problemas, pero creo que esta transparencia es buena. El tema de la vivienda ha sido cuestión de las circunstancias. Terrassa sigue teniendo un problema grave, muy grave, en este aspecto. Hoy en día muchos jóvenes no pueden acceder a una vivienda, hay gente que tiene vivienda pero a la cual se le agotan los alquileres… es una situación que la ciudadanía sufre.

Y sí, cuando gobernábamos con el PdeCAT, ideológicamente compartíamos las soluciones en relación a esta última problemática, aunque no en el tema del agua. Seguramente en un parlamento la ideología juega más, pero aquí, cuando te llaman cada día por los desalojos… las cosas cogen otra dimensión. 

P. En relación al PdeCAT de Terrassa, hablaba usted hace un momento de Josep Rull. ¿Lo ha visitado en prisión?

R. Sí, le he visitado. Hemos sido rivales políticos pero teníamos una empatía personal y creo que una amistad sana y cordial. En relación a los cargos de los que se le acusa, siempre lo he dicho -antes de ser alcalde y también ahora- que la acusación del delito de rebelión, aunque yo no soy jurista y hablo como ciudadano, la encuentro extralimitada. La prisión preventiva, viendo cómo están las cosas en España, creo que es también excesiva.

Me gustaría que Josep estuviera en la calle y que a su vez diera cuenta de aquellas decisiones que se tomaron en el Parlament hace ahora casi un año y medio. Decisiones, por cierto, que si yo las tomara desde aquí, sería la propia Generalitat la que me avisaría de que podría estar cometiendo una ilegalidad... y claro, tendría que afrontar la responsabilidad que se derivase de ello. Yo creo que en política hay que asumir las consecuencias de las decisiones que tomas. De todos modos, puedo garantizar que Josep Rull es una persona de paz, una persona a quien no veo huyendo, ciertamente. Es todo excesivo.

"La tercera ciudad de Catalunya difícilmente se puede gobernar desde plataformas personalistas. Dicho esto, yo tengo todo el respeto para Jordi Ballart. Será un competidor más"

Alfredo Vega

— Alcalde de Terrassa

P. ¿Cómo está en estos momentos la relación institucional entre el Ayuntamiento de la tercera ciudad catalana y la Generalitat?

R. Pues la verdad es que hay muchísima relación porque durante un periodo ha habido falta de gobierno en la Generalitat. En estos últimos tiempos estamos viendo como la ciudadanía empieza a salir y a reclamar que se debe mejorar la salud y las pensiones, que hay que acabar con la precariedad laboral, que se deben mejorar las políticas de vivienda… Nos hemos reunido, por ejemplo, con el conseller Bargalló, de Educació, porque ahí hemos tenido un retroceso muy grande.

Nosotros hemos asumido muchas de las carencias de inversión en los centros educativos porque pensábamos que la educación es el futuro, pero claro, no podemos estar sufragando indefinidamente competencias que no tenemos. Estoy hablando, por ejemplo, de las guarderías, donde hemos perdido del orden de más de 5 millones de euros que antes aportaba la Generalitat. 

Hay conselleries donde veo una cierta conexión para trabajar juntos y hay otras con las cuales la relación no es tan positiva, pero evidentemente yo pienso que los responsables políticos tiene la obligación de hablar y de entenderse. También me he reunido también con el president Torra; vino a este despacho y le puse sobre la mesa todas las necesidades de la ciudad.

P. ¿Qué opina de la propuesta del alcalde de Sabadell, Maties Serracant, de dibujar una región metropolitana del Vallès para hacer de contrapeso al Área Metropolitana de Barcelona?

R. Con Maties Serracant tengo una buena relación personal, pero esta visión no la compartimos: yo creo que generar una segunda Área Metropolitana en el Vallès frente a una gran área metropolitana que ya existe… es una batalla que no sé si está perdida pero que no tiene mucho sentido. Yo, todo lo que sea colaboración a nivel de Valleses, estoy dispuesto a estudiarla, pero plantear este contrapeso… ni tiene sentido ni seguramente tendría éxito, porque al final hablamos de un millón de personas ante cuatro y medio.

Sabadell, Terrassa, Granollers... yo diría que el 80% de su interrelación es más con todo el área metropolitana que no en los propios Valleses; funcionamos como una gran región metropolitana y esto se puede ver en el intercambio de personas, de mercancías, de servicios... la mirada tiene que ser global. Eso no significa que sea fácil, pero seguro que crear otra administración, otro nivel administrativo… no es la solución. Ya tenemos demasiadas administraciones superpuestas.

A Barcelona pueden llegar a determinadas inversiones o demandas de inversiones y puede que ellos no tengan suelo disponible y quizás este suelo sí está en Terrassa o en Mataró… Tenemos que dejar de competir entre nosotros y aplicar una visión global porque hoy la liga se juega a nivel mundial, solo hay que ver qué pasa con las grandes ciudades y su entorno. Nosotros vamos con retraso, en este sentido. Hablando de infraestructuras: todavía estamos discutiendo por dónde irá la B-40 entre Terrassa y Sabadell…

P. ¿Cuáles son los grandes retos que se plantea de cara al próximo mandato? ¿Piensa en recuperar la gestión directa de algún otro servicio municipal externalizado?

R. La remunicipalización del agua no era fácil, por lo tanto de momento vamos a hacer bien lo que gestionamos. Luego podemos planteárnoslo, pero de momento esa no es la intención. En este momento, yo pienso que tenemos retos muy importantes. En primer lugar, se ha producido una mejora económica en términos macroeconómicos; hay una mejora significativa, pero es cierto que no ha llegado aún a la ciudadanía, con lo cual nosotros hemos dedicado muchísimo dinero y muchísimo recursos de la ciudad a paliar la situación de injusticia social, que hoy es mucho peor que en 2007-2008, cuando comenzó la crisis. 

Es decir, sí, hemos salido de la crisis, pero lo hemos hecho con unos niveles de injusticia social muy superiores, por lo tanto aquí hay una dinámica que debería corregirse, que mayoritariamente soportamos las administraciones locales y que además no podemos hacerlo indefinidamente. El tema del empleo es vital. En Terrassa, aunque seguimos teniendo parados, la cifra global ha disminuido prácticamente a la mitad, ahora estamos en el 12%... pero queda mucha gente en el paro. Este es para mí un tema prioritario: ¿cómo enfocamos un momento de cambio económico en todo lo que es la robotización y las industrias 4.0? Debemos procurar que nuestra industria sea competitiva a nivel internacional y así crear riqueza para luego repartirla mejor.

Tenemos también grandes déficits en infraestructuras, como la B-40 o la carretera que llega Martorell, que todo el mundo conoce como 'la carretera de las curvas'; seguimos con problemas con las líneas ferroviarias, somos una ciudad muy grande y necesitamos algunas estaciones de tren más; tenemos un problema de vivienda muy importante al que le tendremos que dar una respuesta, que seguramente pasa también por efectuar una inversión pública muy potente y tener así un parque de alquiler; queremos seguir apostando por la educación porque aunque somos una ciudad universitaria potente, seguimos con problemas de abandono escolar, de segregación en las etapas de escolarización obligatoria… Todo esto lo tenemos que hacer el conjunto de las administraciones, con complicidad, porque una sola administración difícilmente podrá resolverlo todo.  

'El minuto indiscreto' de Alfredo Vega, alcalde de Terrassa.

'El minuto indiscreto' de Alfredo Vega, alcalde de Terrassa. / POL ALFAGEME/MANUEL ARENAS/JOAN SALICRÚ

P. En las próximas elecciones usted será el candidato del PSC y lo hará contra el propio Jordi Ballart, que concurrirá a las elecciones con una plataforma municipalista más allá de los partidos.

R. Es una circunstancia que ni he buscado ni hubiera deseado, pero a veces la política tiene estas cosas. Ahora bien, yo creo que la tercera ciudad de Catalunya difícilmente se puede gobernar desde plataformas personalistas. Dicho esto, yo le tengo todo el respeto y para mí será un competidor más. La verdad es que somos un ayuntamiento muy atomizado, con siete grupos, y evidentemente si se presenta él y también Vox, ya veremos cómo queda el mapa político.

Para mí, hay una preocupación de fondo que es que muchas veces se dice que las mayorías absolutas no son buenas, pero yo creo que las minorías absolutas tampoco. Al final, la política puede acabar gobernando el mantenimiento de la ciudad, pero es que la política tiene también la función de preparar el futuro, que va mucho más allá. Y para hacerlo se tiene que arriesgar y... hay que tener mayorías.

Lo hemos visto este mandato: esta atomización política ha generado que haya ciudades aprobando presupuestos municipales por la puerta trasera, pero después no han tenido la capacidad de situarse en el mapa en un momento en que el mundo está cambiando constantemente. En momentos como los que estamos, en que hay grandes cambios económicos, es cuando más se necesita la política. Aquí en la ciudad hay proyectos como el parque audiovisual que ahora serían imposibles de poner en marcha, para entendernos. Pero creo que las ciudades necesitan apuestas, y esto requiere de consensos amplios, algo difícil de conseguir con esta atomización. En el próximo mandato será muy importante la cultura del pacto y el diálogo, si no, difícilmente las ciudades irán adelante.

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