análisis

El peor golpe de Djokovic

Djokovic, tras el golpe recibido por la juez de línea.

Djokovic, tras el golpe recibido por la juez de línea. / periodico

Jaume Pujol-Galceran

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Un gesto de rabia le ha costado a Djokovic la expulsión en el Abierto de Estados Unidos. Un momento de ofuscación ha puesto fin a su objetivo de acercarse a los 19 y 20 Grand Slam de Nadal y Federer. El número 1 vino a Nueva York en busca de ese 18 grande pero se marcha "vacío, triste y extremadamente arrepentido" (ha dicho en sus redes sociales) tras ser expulsado del torneo por dar un pelotazo involuntario al cuello de una jueza de línea en su partido de octavos ante Carreño.

¿Decisión desproporcionada? Las imágenes del momento muestran a Djokovic sorprendido y arrepentido segundos después de cometer su error, pero el reglamento es tan contundente como claro. El juez árbitro actúa según la norma aunque tarda un cuarto de hora para explicar su decisión al número 1. Si esa bola, de apenas 60 gramos, no hubiera noqueado a la jueza de línea, si no la hubiera tocado, si ella hubiera estado un centímetro fuera de la línea de tiro de la raqueta de Djokovic, la sanción habría sido solo una advertencia como si hubiera roto la raqueta en la pista  o gritado algún insulto y habría seguido jugando. Y si el impacto fuera con cualquier golpe con el punto en juego, ni le hubieran sancionado. Pero por más duro o excesivo que parezca el castigo, la regla es esa.

Otras malas acciones

Djokovic tuvo un error fatal y muy caro para sus aspiraciones en Nueva York, en esa carrera por ser el mejor de la historia que mantiene con Nadal y Federer, ausentes por decisión propia por la pandemia del coronavirus.  No es la primera vez que Djokovic saca su genio cuando las cosas no van bien. En el 2016, en Roland Garros, antes de ganar el título pudo ser descalificado en los cuartos de final al lanzar su raqueta contra el suelo, en el partido ante Berdych, que rebotó pasando a centímetros de un juez de línea  o en el anterior partido de octavos ante Bautista cuando la golpeó con rabia durante segundos hasta hacerla añicos. 

En esa época el serbio aún no seguía los consejos de su guía espiritual José Imaz por el camino del "amor y paz" que le convirtieron, un año después, en un corderito en las pistas. Tampoco ahora en su retorno a la máxima competitividad, aquellos consejos pacifistas han evitado su mal genio cuando las cosas no van como le gusta a él en la pista. Djokovic reparte amor a los cuatro lados de la pista cuando gana, aunque no haya público como este año en Nueva York, pero cuando se tuerce la situación, como ante Carreño, la fiera ruge y saca a lucir ADN.

La presión a la que se ha sometido estos últimos meses no ha ayudado a Djokovic que dio positivo de Covid-19 en la exhibición del Adria Tour montado por el tenista serbio tras una fiesta con los jugadores sin ninguna precaución, que le obligó a una cuarentena, así como la decisión de última hora para jugar el Abierto de EEUU, junto con el liderazgo de una nueva asociación de jugadores no han ayudado tampoco a su calma, aunque no es excusa.

¿Eliminación ridícula? Es cierto que Djokovic no ha podido tener peor suerte, pero  la culpa es solo suya. Si se hubiera guardado la bola en el bolsillo habría podido seguir defendiendo sus opciones en la pista. Su acción le cuesta muy cara y eso duele pero el castigo al número 1 es un ejemplo y lección para todos.