LA CONVERSIÓN DE UN DEPORTISTA

Carlos Cuadrado, de la pista a alta mar

El campeón júnior de Roland Garros en el 2001 lo ha dejado todo para embarcarse en la aventura de dar la vuelta al mundo en un velero

Carlos Cuadrado observa el mar desde el nuevo rompeolas de Barcelona.

Carlos Cuadrado observa el mar desde el nuevo rompeolas de Barcelona. / periodico

Jaume Pujol-Galceran

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Su carrera tenística apuntaba a lo más alto cuando ganó Roland Garros júnior en el 2001, pero una serie interminable de lesiones (rodillas, espalda y cadera) le dejaron en tierra en su aventura en el circuito profesional.  A los 25 años, Carlos Cuadrado (Barcelona, 1983) tuvo que reinventarse. "Lo pasé muy mal. Nunca me había planteado no ser tenista. No tenía plan b. El tenis era mi pasión. Tenía nivel y compromiso, pero iba de quirófano en quirófano sin ver soluciones. Fue muy duro. Me costó digerirlo. Te sientes perdido", recuerda.

Hundido y destrozado, optó por irse lo más lejos posible y se fue a Melbourne "sin ningún plan, a hacer surf y mejorar mi inglés. Quería romper con todo", admite. Ese cambio de aires fue vital. "En Australia pude encontrarme a mí mismo, aceptar la situación y empezar a vivir una nueva vida". El tenis le permitió reinsertarse. "Era lo único que sabía hacer bien", recuerda. Así, empezó dando clases en un club y meses después la tenista Daniela Hantuchova le pidió que la entrenara. Cuadrado estuvo  con la tenista eslovaca y  después con  las rusas Svetlana Kuznetsova Anastasia Pavlyuchenkova, hasta que lo fichó  la federación australiana, en la que ha estado hasta el año pasado, cuando decidió dar un nuevo giro a su vida para iniciar una aventura que rondaba su cabeza desde hacía tiempo: "Dar la vuelta al mundo en velero".

-¿Cómo lo decidió? En Melbourne me compré un barco para vivir, pero nunca lo sacaba del puerto hasta que un día me dije: ¿para que lo tienes? Un barco es para navegar y me decidí a dar clases de vela. No sabía nada, pero quería aprender para viajar por el mundo, mi gran obsesión.

-Una decisión valiente... Bueno, mis amigos decían que estaba loco. Que era un error. Pero yo lo tenía claro. Era mi error. Quería tener un barco y utilizarlo. Para mí estar loco era seguir con la rutina del trabajo de entrenador los próximos 10 años. Tenía pasión por navegar  y un barco... Lo tenía todo de cara. 

-¿Tenis y navegar se parecen? Mucho. Como en la pista, en el mar estás tu solo para tomar las decisiones. Nadie decide por ti. La diferencia es  que de una pista sales ganando o perdiendo pero del barco no te bajas fácilmente, hay que llegar a puerto.

-¿Cómo fue empezar a navegar? Lo pasé fatal cuando fuimos a buscar a Nueva Zelanda mi barco -Un Boyden Soth Seas, de acero, de 40 pies y dos mástiles- . En el regreso a Australia sufrimos un temporal con vientos de 40 nudos y olas de más de cuatro metros.

-Para dejarlo, ¿no? Sí (se ríe). Y después participé como tripulación en un par de regatas de competición de club en Melbourne y tampoco me gustó demasiado. Había mucho estrés, gritos... No era lo que yo quería. A mí me gusta navegar más tranquilo, a largo plazo, preparar la travesía para atravesar océanos, conocer países, gente, culturas y para hacer eso no había otra forma que dejar el trabajo de entrenador.

"El tenis era mi pasión, fue muy duro dejarlo. No tenía plan b. En Australia pude empezar a vivir una nueva vida"

 Y eso fue lo que decidió Carlos Cuadrado. En mayo del 2017 comenzó esa vuelta al mundo. Salió de Melbourne hacia Numea (Nueva Caledonia), donde conoció a su compañera Linda, que viaja con él y participa de esa aventura que muestran en el canal you tube, en la web 22ºsouth (la latitud en la que se conocieron), donde  comparten vídeos con aquellos que quieren seguir su día a día a través de patreon.com, una red social a la que cualquiera puede adherirse y ayudar a financiar económicamente el proyecto.

La próxima etapa será llegar a Europa transportado por los elisos, después el CaribePatagonia y la Polinesia o "donde el viento nos lleve". Carlos Cuadrado es feliz. "La primera vez no me marché bien del tenis, pero esta segunda sí. Esta vez ha sido mi decisión". Eso sí, si tuviera una segunda oportunidad  lo tiene claro. "Jugaría al tenis hasta los 35 años y navegaría el resto de mis días; para qué elegir una pasión cuando puedes tener las dos".