ABIERTO DE EEUU

Un Nadal sobrenatural

Tras un titánico y memorable duelo con Thiem el mallorquín se prepara para otra dura batalla en semifinales con Del Potro

Rafael Nadal celebra exhausto su éxito ante Thiem.

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Idoya Noain

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Rafael Nadal ha acostumbrado al tenis tanto a la épica que lo grandioso, lo fuera de lo común, se llega a sentir casi normal. Pero prácticamente nada es usual en lo que ha hecho y sigue haciendo el número uno del mundo. Dueño ya de 17 grandes, su pasión por el deporte, su capacidad mental de superarse y enderezar las cosas cuando se tuercen y el espíritu de lucha que eleva su talento y su juego se mantienen incólumes.

Y a todo tuvo que recurrir el martes por la noche en el Abierto de Estados Unidos para conseguir batir en un partido de cuartos de final tan titánico como memorable a un Dominic Thiem gloriosamente enérgico que, en su primer duelo con el de Manacor fuera de tierra batida, llegó a hacer lo que solo otros tres jugadores habían conseguido antes en un Grand Slam: encajar un 0-6 a Nadal.

El partido más largo en lo que va de torneo (y el más largo de los 69 que ha jugado Nadal en sus 13 apariciones en Nueva York) se extendió cuatro horas y 49 minutos y fue una batalla exhaustiva sobre la pista y de éxtasis para los espectadores. Y cuando en el quinto set, en el segundo tie break del vibrante duelo, la moneda acabó cayendo del lado del de Manacor y se cerró el marcador con el definitivo 0-6, 6-4, 7-5, 6-7 (4) y 7-6 (5), se abrió para Nadal la puerta a otra cita que tiene todos los ingredientes para hacerse también hueco en la leyenda: las semifinales contra Juan Martin del Potro, un jugador que, como Nadal, sabe lo que es que las lesiones pongan en duda el futuro y se entrega con todo a uno de sus mejores presentes.

Del Potro, en progresión

Será la tercera vez que Nadal y el argentino se encuentren este año en un grande. Ya lo hicieron en el Roland Garros de junio donde el rey de la tierra lo barrió en semifinales y acabó alzando, precisamente frente a Thiem, su undécima copa. Se volvieron a encontrar en julio en los cuartos de final sobre la hierba de Wimbledon, un encuentro a cinco sets que entró en la categoría de thriller y que se aventura más similar al duelo que librarán este viernes, que Nadal adelanta que será “un gran reto”.

En las pistas duras de Nueva York donde se coronó en 2009, y en las que ha necesitado tres horas y 38 minutos menos que Nadal para llegar a la semifinal, el gigante Del Potro, armado con su saque y su derecha, está desplegando lo que para muchos es su mejor tenis. En partidos como el de cuartos contra John Isner, por ejemplo, en cuatro sets cometió solo 14 errores no forzados y salvó los tres únicos puntos de break que afrontó.

“Simplemente disfruto jugando tenis otra vez”, ha explicado el argentino, encantado de “disputar grandes batallas con los otros” que le hacen sentir “vivo de nuevo”. “Tras todos mis problemas creo que es hora de celebrar”, ha declarado también. “Amo este deporte, amo la competición, estoy orgulloso de estar aquí”, unas semifinales en las que el número 3 se juega segir elevándose y colocarse en la que sería su primera final de un grande en nueve años.

Elogios a Thiem

Esa entrega tras momentos duros donde la continuidad de la carrera estaba en duda es algo que Nadal entiende muy bien. Y es algo que también hace que el de Manacor paladee con especial dulzura momentos como el de la titánica batalla de cuartos con Thiem, el primer jugador del top 20 con el que se medía en Flushing Meadows desde que en 2013 alzó el segundo de sus tres títulos neoyorquinos frente a Novak Djokovic.

“Por supuesto el tenis no es para siempre. Por supuesto sabes que tus oportunidades de jugar este tipo de partidos cada vez son menos. Pero en distintos momentos de mi carrera he tenido lesiones duras y cuando vuelves siempre aprecias las cosas que pasan y les das más valor personal”, explicaba en la sala de prensa.

Ahí, como en la pista, Nadal se deshacía en elogios para Thiem, 25 años y nueve del mundo, un jugador que lo había dejado todo en el encuentro y acabó en el lado perdedor de una batalla que, por tenis, como reconocía Nadal, perfectamente podía haberse inclinado de su lado. “Cuando llegas al tie break en el quinto set es una moneda al aire. Me sabe mal por él", decía. "Me gusta la gente que se esfuerza por conseguir sus objetivos y Dominic es una de esas personas"

Posiblemente eso o las lecciones de Nadal recordando que "cuando das todo lo que tienes y juegas con la actitud correcta, ganes o pierdas, la satisfacción personal es la misma” no sean consuelo para el austríaco, pero Thiem es consciente de que, mucho más que en la final de París, había rozado lo posible. “El tenis a veces es cruel porque no merece un perdedor”, declaraba. “Es el primer partido épico que juego. Estoy feliz de haberlo hecho por primera vez. Ahora estoy destrozado, pero en unos días miraré atrás y recordaré lo grande que ha sido”. No será el único.