EL PRIMER GRAND SLAM DE LA TEMPORADA

Federer gana la final de Australia y conquista su 20º 'grande'

"Un año después y sigo aquí", dijo llorando el exnúmero uno tras ganar al croata Cilic

Roger Federer celebra un punto en el partido de este domingo ante Cilic.

Roger Federer celebra un punto en el partido de este domingo ante Cilic. / periodico

Jaume Pujol-Galceran

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Rod Laver no quiso perderse el momento. Guardar para siempre la imagen en su móvil. El vídeo de Roger Federer, iluminado por los focos de la central que lleva el nombre del legendario tenista australiano, rompiendo a llorar, emocionado y aplaudido por 15.000 aficionados puestos en pie que celebraban su victoria en el Abierto de Australia. El sexto título en Melbourne y el 20º Grand Slam de un jugador que, a los 36 años y 173 días, sigue haciendo historia sobre una pista de tenis. Era el mejor reconocimiento de un campeón a otro campeón. Del mejor tenista de los inicios de la era profesional (1968) al mejor de las dos últimas décadas.

Federer intentó contenerse pero no pudo evitar las lágrimas al final de su parlamento en la entrega de premios y tras derrotar  a Marin Cilic en una emocionante batalla por 6-2, 6-7 (5-7), 6-3, 3-6 y 6-1.

"Volver a ganar aquí es increíble. Ha sido un día muy largo. He estado pensando todo el día en este partido... Un año después sigo aquí", dijo Federer antes de romper a llorar más que por el triunfo "por la montaña rusa que ha sido el partido ante Cilic que es un grandísimo jugador, por revalidar el título, sí, también, pero por sentir que el fuego del tenis sigue en mi corazón", reconoció más tarde en la rueda de prensa. Solo él sabía lo que sufrió para levantar la Norman Budge Challenger.

Recuerdo de Las Maldivas

Durante 3 horas y 3 minutos Federer pasó de sentir que dominaba el partido a ver que se le escapaba de las manos el título. Federer empezó, bajo techo cerrado de la central por las condiciones extremas de calor  y humedad (38 grados), de forma magistral. Dos roturas. 4-0 y, en 24 minutos, el primer set era suyo. Pero Cilic no era aquel amigo que se encontró de vacaciones en las Maldivas hace un par de meses y con quien estuvo peloteando y se tomó unas copas. 

El tenista croata tenía una cuenta pendiente. El año pasado apenas pudo disfrutar de la final de Wimbledon contra Federer por unas ampollas en los pies. Esta vez estaba preparado para el pulso y, a pesar de que el exnúmero 1 le sorprendió de salida, no se dejó intimidar.

En la segunda manga Cilic, dispuso de su primer 'break point' a la media hora. Se le escapó. Cilic aguantó y después salvó su saque en tres ocasiones (tercer, quinto y noveno juego) para tener la primera bola de set con 5-4, se le escapó también, pero no el el tie break que forzó y que acabó ganando (7-5) con una exhibición de su poderoso saque y su golpe plano de derecha.

Salta la alarma

Empezaba una nueva final y esa montaña rusa de la que hablaba Federer y en la que se subieron los dos tenistas. El suizo recuperó la ventaja para llevarse la tercera manga y, cuando dominaba 2-0, en la cuarta,  con break point para el 3-0, Cilic recuperó su agresividad para salvar la situación, romper el saque de Federer por primera vez y en blanco (3-3) y después ganar de corrido cinco juegos y forzar el quinto y decisivo set.

La alarma saltó. Federer pudo temer lo peor.  El tenista suizo salvó dos break points. "Había que cortar la racha, Cilic me había ganado cinco juegos seguidos", admitió después.

Federer sufrió y se agarró a la pista para salvar la situación. Lo logró y, tras romper en el siguiente juego el saque de Cilic, se adelantó 3-0.  El campeón respiró. Volvía a controlar el partido, gracias a su saque (24 aces y 80% de puntos con el primer saque) y salía disparado hacia la victoria final. Solo cedió un juego más para cerrar el triunfo con un último primer servicio sobre la línea que tuvo que certificar el ojo del halcón, como ya le pasó el año anterior en la final ante Rafael Nadal.

Revalidaba el título en Melbourne, por sexta vez y 14 años después de que lo consiguiera en el 2004. El tiempo parece que no pasa para un Federer, que ya es un fenómeno de longevidad solo igualable al australiano Ken Rosewall, que ganó el título a los 37 años y 62 días en 1972 y que aún se mantuvo en el máximo nivel hasta perder con 39 años las finales de Wimbledon y el Abierto de EEUU de 1974 ante un jóven de apenas 19 años, llamado Jimmy Connors.

Federer no sabe si aguantará tanto tiempo. "La edad no es un problema. Siento que aún me esperan momentos muy excitantes aún en el futuro", decía feliz.

El secreto del éxito

¿Cómo mantiene su ambición? le preguntaron los periodistas. "No jugando demasiado, divirtiéndome en los entrenamientos, teniendo un gran equipo a mi alrededor, especialmente mi mujer -Mirka Vavrinek, a la que conoció en el 2.000, que dirige su carrera y con la que ha tenido cuatro hijos-, sin su apoyo hace tiempo que no jugaría al tenis", desveló y aseguró también que "lo dejaría sin problema, el mismo día que ella me lo pidiera".

Federer no esperaba seguramente un final de carrera como el que está viviendo. Muchas veces lo han retirado y el mismo no podía imaginar que volvería tras pasar seis meses fuera de las pistas por una operación de rodilla en el 2016 reaparecería para ganar tres títulos de Grand Slam en un año, después de haber conquistado el último en Wimbledon en el 2012. ¿Imposible? No. Obra de Federer.