Nadal desarbola a Thiem y buscará ante Wawrinka el décimo título en París

El tenista mallorquín accede a la final con un rápido triunfo en tres sets: 6-3, 6-4 y 6-0

Nadal, en su partido ante Thiem.

Nadal, en su partido ante Thiem. / periodico

JAUME PUJOL-GALCERAN / PARÍS (enviado especial)

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Brazos al cielo y felicidad contenida. Rafael Nadal jugará su décima final de Roland Garros después de dar un recital de tenis ante Dominic Thiem. En dos horas y siete minutos acabó con las ilusiones del joven tenista austriaco, al que venció con contundencia, casi de forma humillante, por 6-3, 6-4 y 6-0. Muchos más problemas tuvo el que será su último rival para impedir que muerda la Copa de los Mosqueteros meste domingo (15.00 horas, Tele 5), el suizo Stan Wawrinka, que se ganó la opción de jugar la final después de una batalla de 4 horas y 34 minutos con el escocés Andy Murray por 6-7 (6-8), 6-3, 5-7, 7-6 (7-3) y 6-1, que el año anterior le había cerrado el paso en semifinales también, para defender el título que ganó en el 2015.

"Ganar a Nadal en su pista es bastante difícil", había adelantado Carlos Moyà antes del partido. Tenía razón. Quien quiera vencerle en este escenario deberá aplicarse más. Ayer el nueve veces campeón de Roland Garros sumó la victoria número 78 en París. Solo dos veces no ha salido ganador de la Philippe Chatrier desde que ganó su primer título en el 2005. Ante Thiem cedió solo siete juegos para añadir a los 29 que lleva perdidos en seis partidos. Una estadística abrumadora. Solo un tal Bjorn Borg, que tiene el récord con 32 cuando ganó el título en 1978, le supera en efectividad en este sentido.

MARCAR TERRITORIO

Nadal entró en la pista dispuesto a mandar. A imponer el ritmo y a marcar territorio ante el que aseguran será su delfín en este torneo. Thiem deberá esperar un poco. El clásico de la tierra no lo fue tanto. El austríaco entró dispuesto a jugarle de tú a tú, con la confianza de los últimos resultados, la victoria conseguida ante Novak Djokovic y ante el mismo Nadal en Roma. Se sentía fuerte para plantar cara.

Y Thiem empezó arrebatándole el saque a Nadal de salida. Fue la única vez que iría por delante en el marcador. El mallorquín, sin embargo, lo recuperó inmediatamente en el segundo y después en el cuarto para tomar una clara venta de 4-1 que ya no dejó escapar.

Nadal no quería sorpresas. La táctica era clara. Evitar que Thiem pudiera pegar parado. Echarlo fuera de la pista, a cuatro metros de la línea de fondo. Buscar los contrapiés y los ángulos. Un pulso desde el fondo en el que el mallorquín se mostró implacable. No había perdón ni descanso para un Thiem que miraba a su palco con cara de pensar: "¿Qué me están haciendo?" Que intentaba animarse con su puño cada vez que conseguía un golpe ganador. Pero, por  cada uno que daba, cometía cuatro errores. Demasiada diferencia.

Nadal, por contra, apenas cometía errores. Su derecha era un cañón que apuntaba a las líneas, a un lado y a otro, sin descanso. Y no solo eso. Con el saque salvó las primeras situaciones comprometidas en el primer set en el que Thiem dispuso de dos 15-40, que el mallorquín resolvio desde la línea de servicio.

REPETIR EL GUION

Nadal le enseñaba la bola amarilla a Thiem y después la lanzaba para que corriese, de punta a punta de la pista. "¿La ves?", parecía decirle en el momento del saque. ¿Si? Pues ya no la ves y se la tiraba al rincón que menos esperaba. Hasta el final del partido el guion se mantuvo sin que el austriaco encontrara respuestas hasta acabar hundido en un tercer set que entregó en blanco, impotente. Deberá esperar para doctorarse en esa cátedra que Nadal casi tiene en propiedad en París. 

El domingo, ante un rival con mucha más experiencia como Wawrinka, quizá las cosas sean más complicadas, aunque viendo la demostración de Nadal tampoco parece probable. Para ganar al suizo, la estrategia deberá ser parecida a la utilizada contra Thiem. "Encontrar el equilibrio entre ser agresivo y medir el riesgo", explicaba el propio Nadal. Wawrinka es un jugador de golpes poderosos, con más experiencia que Thiem, al que el mallorquín también deberá sacar de su zona de confort. Impedirle que pegue colocado. Si Nadal lo consigue, el camino a la décima está más cerca.

Este era el cuarto enfrentamiento entre Nadal y Thiem esta temporada. Los tres anteriores se habían saldado con dos triunfos de Nadal, en las finales de Montecarlo Barcelona, y una derrota en los cuartos de final del Masters 1.000 de Roma. En el global de sus enfrentamientos directos, Nadal manda ahora por 5-2, con la otra única derrota en las semifinales de Buenos Aires en el 2016.

BALANCE FAVORABLE A NADAL

Para la final, los precedentes son favorables al mallorquín, que domina por 15 a 3 en sus duelos contra Wawrinka. Nadal le ganó al suizo sus 12 primeros enfrentamientos, pero a partir del 2014 la balanza ha estado más equilibrada (3-3). Wawrinka derrotó a Nadal en la final del Abierto de Australia del 2015, en cuartos de final de Roma-2015 (la única sobre tierra batida) y en cuartos de final del Masters 1.000 de París-Bercy de ese mismo año. Solo se han medido una vez en Roland Garros, en cuartos de final del 2013, con una cómoda victoria del español por 6-2, 6-3 y 6-1.