Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Tecnología y sociedad

Apagar el Sol: la peligrosa tentación de la geoingeniería

Mientras la ciencia advierte de un caos impredecible, la posibilidad de que un actor "rebelde" manipule el clima por su cuenta enciende las alarmas geopolíticas

Representación artística de la atenuación solar, la arriesgada apuesta de la geoingeniería para enfriar el planeta mediante el bloqueo parcial de la luz solar, una intervención cuyas consecuencias imprevistas preocupan a la comunidad científica.

Representación artística de la atenuación solar, la arriesgada apuesta de la geoingeniería para enfriar el planeta mediante el bloqueo parcial de la luz solar, una intervención cuyas consecuencias imprevistas preocupan a la comunidad científica. / IA/T21

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE/T21

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE/T21

Madrid
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La ingeniería diseña el despliegue de una capa de partículas en la estratosfera para atenuar la luz solar y enfriar al planeta, pero según un número creciente de científicos, ese proyecto constituye una apuesta de altísimo riesgo que podría alterar los monzones y provocar un calentamiento abrupto si la tecnología falla.

La idea de combatir el cambio climático “atenuando el sol” está ganando terreno en algunos círculos científicos y políticos, pero recientes estudios advierten que se trata de una apuesta arriesgada, cuya aplicación podría desencadenar consecuencias imprevisibles y disruptivas a escala planetaria.

En los últimos meses, varias investigaciones científicas han puesto sobre la mesa la complejidad y los posibles peligros reales de las técnicas de geoingeniería solar.

Una de las propuestas más discutidas consiste en inyectar partículas reflectantes en la estratósfera para desviar parte de la luz solar y enfriar el planeta. Sin embargo, aplicar una solución tecnológica de este calibre podría convertir al planeta en un laboratorio sin garantías de seguridad.

Una acción peligrosa

Un nuevo estudio de la Universidad de Columbia publicado en Scientific Reports subraya al respecto que llevar a la práctica la inyección de aerosoles en la atmósfera sería, en realidad, mucho más problemático y peligroso de lo que hasta ahora sugerían los modelos matemáticos. Factores como la ubicación geográfica y la altitud del despliegue, el momento elegido para hacerlo y la disponibilidad de materiales adecuados, hacen que las posibles consecuencias sean impredecibles.

El equipo de Columbia advierte además que los sistemas de simulación que emplean los científicos para analizar los escenarios de geoingeniería solar están idealizados y no logran reflejar el abanico real de riesgos asociados a la implementación práctica: desde la alteración de los monzones hasta la interrupción de la cadena de suministro de materiales críticos. “El margen de incertidumbre es mucho más amplio de lo que nadie había apreciado hasta ahora”, explica la química atmosférica V. Faye McNeill, autora principal del estudio.

¿Algo inevitable?

Y, sin embargo, pese a las advertencias, la expectativa entre la comunidad científica apunta a que tarde o temprano serán desplegadas este tipo de técnicas, impulsadas por la incapacidad global para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Una encuesta realizada por la revista New Scientist entre 120 expertos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático reveló que dos terceras partes creen que, antes del año 2100, algún país, o incluso un actor privado, podría poner en marcha intervenciones para modificar la atmósfera.

Más de la mitad sostiene que podría ser una decisión unilateral, adoptada por una nación o un millonario al margen de consensos internacionales, en respuesta al agravamiento de la crisis climática. “Me preocupa enormemente la perspectiva de aplicar la geoingeniería solar. Es evidente que se está volviendo una opción cada vez más atractiva ante el fracaso de las políticas de reducción de emisiones”, advierte James Renwick, climatólogo de la Universidad de Wellington y uno de los encuestados.

Referencia

Engineering and logistical concerns add practical limitations to stratospheric aerosol injection strategies. Miranda Hack et al. Scientific Reports volume 15, Article number: 34635 (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41598-025-20447-2

Incertidumbres y riesgos

La mayoría de los científicos consultados comparte que el peligro principal de embarcarse en este tipo de soluciones es la incertidumbre sobre sus repercusiones reales. Ocho de cada diez identifican como riesgo mayor el desconocimiento de los efectos secundarios a largo plazo; otros riesgos “materiales” incluyen el posible daño a la capa de ozono, la alteración de los patrones de lluvias —con sequías severas en unas regiones y inundaciones en otras—, y el llamado shock de terminación: un calentamiento abrupto del planeta si, por cualquier razón, el proceso de atenuación solar se detuviese bruscamente.

Ejemplos de estos peligros ya han sido evidenciados en simulaciones recientes. Por ejemplo, reforzar el enfriamiento de las nubes sobre el Océano Índico podría aliviar la sequía en el norte de África, pero al mismo tiempo agravar las condiciones en el este africano, reseña Newscientist. Otras pruebas sugieren que la inyección de aerosoles en la estratósfera podría reducir las lluvias monzónicas en algunas zonas de África entre un 20% y un 80%, con graves consecuencias para la agricultura y la seguridad alimentaria.

Organizaciones como el Center for International Environmental Law advierten que la geoingeniería solar es “inherentemente imprevisible” y que plantea riesgos extraordinarios para unos ecosistemas ya alterados por el cambio climático. El Carnegie Endowment identifica tres amenazas globales: la reacción abrupta si se suspende el programa, la inestabilidad sistémica ocasionada por la manipulación climática y el “riesgo de sobrepaso”.

Concluye que la geoingeniería incentiva la dilación en las políticas reales de reducción de emisiones porque los gobiernos se confían en el supuesto remedio tecnológico.