Ciencias de la Tierra / Climatología / Botánica

Los árboles pueden predecir las erupciones volcánicas

Monitoreo de vegetación y gases para anticipar erupciones: los satélites de la NASA detectan señales tempranas de volcanes

El Volcán Chaitén en el sur de Chile entró en erupción el 2 de mayo de 2008 por primera vez en 9.000 años. Los satélites de la NASA que monitorean los cambios en la vegetación cerca de los volcanes podrían ayudar en advertencias de erupción de este tipo.

El Volcán Chaitén en el sur de Chile entró en erupción el 2 de mayo de 2008 por primera vez en 9.000 años. Los satélites de la NASA que monitorean los cambios en la vegetación cerca de los volcanes podrían ayudar en advertencias de erupción de este tipo. / Créditos: Jeff Schmaltz, Equipo de Respuesta Rápida MODIS, Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.

Pablo Javier Piacente / T21

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La NASA, en colaboración con el Instituto Smithsonian, en Estados Unidos, está desarrollando nuevos métodos para anticipar erupciones volcánicas. Cuando el magma asciende a la superficie libera dióxido de carbono, y los árboles cercanos que absorben ese gas se vuelven más verdes y frondosos. Satélites como Landsat 8 vigilan la vegetación en zonas volcánicas, captando estos sutiles cambios en el color de las hojas desde el espacio.

A medida que los volcanes se vuelven más activos y enfrentan una inminente erupción, empujan el magma más cerca de la superficie y liberan niveles más altos de dióxido de carbono. Esto "mejora" la salud de los árboles circundantes, haciendo que las hojas sean más verdes: los cambios pueden ser apreciados por satélites en el espacio, configurando un sistema de alerta temprana para erupciones que no requiere ningún trabajo de campo local o sensores en tierra, funcionando en áreas remotas y de difícil acceso.

Los Investigadores compararon imágenes de Landsat 8, el satélite Terra (NASA) y Sentinel-2 (ESA) alrededor del volcán Etna (Italia) y hallaron una fuerte relación entre el color de las hojas y el CO₂ del magma. Para verificarlo, en marzo de 2025 la NASA y el Smithsonian desplegaron un espectrómetro en la misión AVUELO, a bordo de un avión de investigación que sobrevoló volcanes en Panamá y Costa Rica.

Árboles como señales

Según una nota de prensa, monitorear directamente el dióxido de carbono volcánico es complejo. Gran parte de los 1.350 volcanes potencialmente activos en el mundo están en zonas remotas o terrenos difíciles, tornando peligroso y costoso medir el CO₂ 'in situ". 

Frente a esto, vulcanólogos y botánicos usan los árboles como “sensores naturales”: en lugar de detectar directamente el gas, observan su efecto en la vegetación. La detección remota del reverdecimiento de la vegetación funciona junto con otras técnicas, como sismología y medición de deformaciones del terreno, para entender qué ocurre bajo el volcán.

En tierra también hay pistas valiosas. En Costa Rica, las emisiones de CO₂ volcánico calientan un charco de agua cerca del volcán Rincón de la Vieja, haciendo que burbujee con gas. Los científicos instalan sensores de CO₂ en la copa de los árboles del bosque cercano: estas mediciones de campo confirman los cambios observados desde el aire y ayudan a calibrar las alertas satelitales.

Salvar vidas y recursos

Los datos indican que unos 800 millones de personas, o sea aproximadamente el 10% de la población mundial, vive en zonas de riesgo volcánico. Como las erupciones no se pueden prevenir, las alertas tempranas son cruciales para la gestión de emergencias. 

Un caso reciente es el volcán Mayon (Filipinas): al actualizar su red de sensores (incluyendo CO₂), en diciembre de 2017 se pudieron detectar señales claras de una erupción inminente. Se evacuó a más de 56.000 personas antes de la gran erupción de enero de 2018, evitando víctimas fatales. Este caso demuestra que incluir mediciones de gases volcánicos mejora considerablemente la seguridad y la prevención.

En resumen, los expertos concluyen que no existe una señal única infalible, pero combinar todas las pistas puede marcar la diferencia. En consecuencia, rastrear el efecto del dióxido de carbono volcánico en los árboles no es una solución "milagrosa", pero podría ser revolucionaria en cuanto a su impacto para salvar vidas, infraestructuras y recursos.  

TEMAS