Física / Seguridad

Descubren los mejores lugares para protegerse de un ataque nuclear

Las simulaciones remarcan el enorme peligro de la onda expansiva y dónde esconderse para evitarla, aunque no es sencillo porque el impacto tarda segundos en sentirse

Ilustración 3D de la explosión de aire simulada y la onda expansiva generada 10 segundos después de la detonación de una ojiva nuclear de 750 kT, sobre una ciudad metropolitana típica: el radio de la burbuja de choque a nivel del suelo es de 4,6 km.

Ilustración 3D de la explosión de aire simulada y la onda expansiva generada 10 segundos después de la detonación de una ojiva nuclear de 750 kT, sobre una ciudad metropolitana típica: el radio de la burbuja de choque a nivel del suelo es de 4,6 km. / Créditos: I. Kokkinakis y D. Drikakis, Universidad de Nicosia, Chipre.

Pablo Javier Piacente

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Dos científicos simularon la explosión de una bomba atómica a partir de un misil balístico intercontinental convencional y la onda expansiva posterior, para investigar cómo podría afectar a quienes se refugien en un edificio o un búnker subterráneo. Los resultados indican que esconderse bajo tierra o en estructuras robustas en la superficie durante una explosión nuclear podría ofrecer cierto resguardo, pero al mismo tiempo existiría la posibilidad de empeorar las cosas. Aunque es muy compleja, la mejor solución es escapar rápidamente de la zona de influencia.

Investigadores de la Universidad de Nicosia, en Chipre, simularon el impacto de un ataque nuclear convencional y su influencia, utilizando modelos informáticos avanzados para estudiar cómo una onda expansiva nuclear se acelera a través de una estructura en pie. La estructura simulada presentaba habitaciones, ventanas, puertas y pasillos: esto les permitió calcular la velocidad del aire después de la onda expansiva, para determinar así los mejores y peores lugares para resguardarse en ese momento crítico. 

Un inmenso poder de destrucción

Más allá de la importancia de los datos obtenidos por los científicos, en verdad no existe un buen lugar para estar cuando estalla una bomba nuclear. Todo aquello que se encuentre cerca de la explosión se vaporizará instantáneamente, en tanto que la radiación puede representar una grave amenaza para la salud, incluso a grandes distancias. A pesar de esto, ante la inminencia de un hecho ya inevitable, la investigación de los especialistas chipriotas puede ser un gran aporte. 

Según las conclusiones del nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Physics of Fluids, Ioannis Kokkinakisa y Dimitris Drikakisb se propusieron investigar los efectos de las explosiones nucleares en humanos dentro de un edificio, en una zona de daño moderado. Los efectos dependen de muchos parámetros, y se extendien más allá de la devastadora zona de destrucción, donde la mayoría de las personas mueren en forma instantánea. 

Fuera de esa zona de impacto directo, las lesiones variarán según la posición de la persona en el edificio y las velocidades del aire alcanzadas cuando la onda expansiva ingresa al interior. La realidad es que la onda expansiva generada por la explosión puede producir velocidades del aire lo suficientemente fuertes como para levantar violentamente a las personas del suelo y causar lesiones graves.

De acuerdo a una nota de prensa del Instituto Estadounidense de Física (AIP, según las siglas en inglés), antes de esta investigación el peligro para las personas dentro de un edificio reforzado con hormigón que resiste la onda expansiva no estaba claro. Ahora, el estudio muestra que las altas velocidades aerodinámicas siguen siendo un peligro considerable en los interiores de una construcción o incluso en un refugio subterráneo, y aún pueden provocar lesiones graves y hasta muertes. 

Los peligros no desaparecen en edificios o refugios

Los resultados de la simulación indican que el simple hecho de estar en un edificio sólido no es suficiente para evitar el riesgo. Los espacios reducidos pueden aumentar la velocidad del aire, y la influencia de la onda expansiva hace que el aire rebote en las paredes y se doble en las esquinas. En el peor de los casos, esto puede producir una fuerza equivalente a 18 veces el peso corporal de un ser humano.

De esta forma, los lugares interiores críticos más peligrosos que se deben evitar son las ventanas, los pasillos y las puertas. Las personas deben mantenerse alejadas de estos lugares e inmediatamente refugiarse. Pero la ubicación lo es todo: incluso en la sala localizada frente a la explosión se puede estar a salvo de las altas velocidades del aire, si nos colocamos en las esquinas de la pared ubicada en dirección frontal a la explosión.

Vale destacar igualmente que no habrá demasiadas oportunidades para pensar en dónde ubicarnos: el tiempo entre la explosión y la llegada de la onda expansiva es de solo unos segundos, por lo que es fundamental llegar rápidamente a un lugar seguro. Además, los mayores niveles de radiación, edificios inseguros, líneas eléctricas y de gas dañadas e incendios incrementarán al máximo los posibles riesgos para la vida humana. 

En consecuencia, la mejor solución sigue siendo evitar un ataque nuclear o, en su defecto, estar lejos de la zona de influencia, aunque claramente los tiempos y la fuerza del impacto no nos ayuden demasiado a escapar.

Referencia

Nuclear explosion impact on humans indoors. Ioannis W. Kokkinakisa and Dimitris Drikakisb. Physics of Fluids (2023). DOI:https://doi.org/10.1063/5.0132565