Exploración espacial

La vida en el espacio sería un sueño imposible para la humanidad

Algunas visiones sugieren que nunca llegaremos a ser una civilización interplanetaria

¿Podremos finalmente algún día habitar otros mundos?

¿Podremos finalmente algún día habitar otros mundos? / Crédito: Stefan Keller en Pixabay.

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Pablo Javier Piacente

Diferentes obstáculos médicos, financieros y éticos ponen en duda el sueño de establecerse en el espacio: aunque múltiples proyectos de distintas agencias espaciales y empresas privadas desarrollan esta posibilidad para las próximas décadas, un artículo resume algunas cuestiones que marcan el supuesto carácter irreal de estos proyectos. Indican que será extremadamente difícil para el ser humano vivir más allá de la Tierra, sobretodo considerando que el espacio exterior parece naturalmente diseñado para matarnos.

Aunque el programa Artemis de la NASA incluye en unas de sus fases la instalación de colonias humanas en nuestro único satélite natural, o el empresario Elon Musk asegure que SpaceX colonizará Marte, la realidad es que hasta el momento no se ha comprobado si puede funcionar y ser viable a largo plazo una comunidad humana en otro mundo. Más allá de aquello que podamos aprender de la Estación Espacial Internacional (ISS), para verificar este viejo sueño humano necesitaremos obligatoriamente que un grupo de representantes de nuestra especie viva por un buen tiempo bajo las condiciones atmosféricas y climáticas imperantes en otro planeta o cuerpo celeste. ¿Será esto realmente posible? ¿O quedará para siempre en el fértil terreno de la ciencia-ficción?

¿Optimismo desmedido?

De acuerdo a un articulo publicado en Scientific American, algunos especialistas creen que la vida humana en otros mundos es una idea demasiado optimista, por lo menos con las condiciones actuales: sostienen que el espacio exterior no está diseñado para que nuestra biología funcione adecuadamente. Por ejemplo, el Sol arroja protones desnudos que pueden dañar el ADN, nuestro código genético vital, particularmente durante las tormentas solares. 

“Una persona expuesta a esto enfermaría gravemente y sufriría un síndrome de radiación agudo. De no contar con la protección necesaria, las náuseas serían la primera consecuencia: se trataría de una situación potencialmente mortal, porque el vómito podría interferir con los sistemas de soporte vital, o podría ser inhalado”, explicó Dorit Donoviel, directora del Instituto de Investigación Traslacional para la Salud Espacial (TRISH), patrocinado por la NASA.

Donoviel agregó que “luego viene el agotamiento de células como los neutrófilos y glóbulos rojos, lo que significa que el individuo no puede combatir los gérmenes ni oxigenar sus tejidos de manera efectiva. La persona se sentirá extremadamente cansada, desarrollará un cuadro de anemia y será incapaz de combatir las infecciones, llegando incluso a morir por una primera exposición a la radiación solar”. 

A esto hay que sumar la radiación que un astronauta en camino a Marte podría recibir de los rayos cósmicos galácticos, que en un momento dado es una dosis pequeña. Pero a bordo de una nave espacial o afincado en una superficie planetaria durante años, la exposición sería mayor y se incrementarían considerablemente las posibilidades de desarrollar cáncer. Como vemos, vivir en el espacio supondrá un enorme desafío para la creatividad y el ingenio humano, por lo menos en términos de salud.

Con la llegada del ser humano, la Luna y otros cuerpos celestes corren el riesgo de ser contaminados por la vida microbiana presente en la Tierra. /

Crédito: NASA.

Colonias humanas costosas y contaminantes

Junto a estos escollos para nuestra salud, las colonias humanas en el espacio también deberán sortear complejos y numerosos problemas económicos y éticos. Por ejemplo, la ausencia de agua o energía las hará muy dependientes de los recursos terrestres y demasiado costosas, por lo menos hasta poder desarrollar tecnologías que permitan generar estos recursos in situ, si es que finalmente se consiguen crear metodologías eficientes y sostenibles. 

Por otro lado, una actividad humana sostenida a lo largo del tiempo podría desembocar en la contaminación de otros mundos, a partir de la proliferación de formas de vida microbiana traídas desde la Tierra. Esto marcaría un límite ético para determinados proyectos, si es que no queremos infectar a cada planeta que visitemos. 

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En resumen, la colonización de otros mundos y su terraformación no es compleja únicamente por el desarrollo de la tecnología espacial que nos permita llegar hasta otros planetas, sino principalmente por los riesgos que supone en cuanto a la salud humana, la viabilidad económica y los dilemas éticos relacionados con el impacto de la humanidad fuera de la Tierra. 

A pesar de esto, los notables avances tecnológicos que hemos conseguido en pocas décadas permiten un lugar para el optimismo: el dominio de nuevas tecnologías energéticas o el desarrollo de la biotecnología prometen aliviar el peso de algunos de los escollos mencionados previamente. El tiempo dirá si finalmente lo logramos