Astronomía

Un meteorito desafía las teorías sobre el origen del Sistema Solar

Es rocoso y proviene de los límites del Sistema Solar exterior, donde aparentemente solo deberían encontrarse cuerpos helados

La bola de fuego capturada por la cámara de un observatorio especializado en Canadá.

La bola de fuego capturada por la cámara de un observatorio especializado en Canadá. / Crédito: Universidad de Alberta.

Pablo Javier Piacente

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Una roca espacial proveniente desde la Nube de Oort, mucho más allá de la órbita de Plutón, que impactó sobre Canadá en 2021, podría propiciar un modelo completamente diferente de la formación del Sistema Solar, que respalda la idea de que cantidades significativas de material rocoso coexisten con objetos helados dentro de la Nube de Oort. 

Un grupo de investigadores de la Universidad de Ontario Occidental, en Canadá, ha demostrado que una bola de fuego que se originó en el borde del Sistema Solar exterior estaba hecha de roca y no de hielo, lo que desafía las creencias arraigadas sobre cómo se formó el Sistema Solar. El extraño meteorito, que cayó en 2021 en Canadá, es el primer caso registrado de un cuerpo rocoso proveniente desde la Nube de Oort.

Algo más que objetos helados

Nuestro Sistema Solar contiene ocho planetas identificados hasta hoy. Los cuatro primeros, o más cercanos al Sol, son conocidos como planetas interiores o rocosos: Mercurio, Venus, la Tierra y Marte, conformando el Sistema Solar interior. En tanto, los cuatro siguientes o más alejados del Sol (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) son considerados como planetas exteriores, gaseosos o helados. En el Sistema Solar exterior también se pueden encontrar muchos cometas y una zona denominada Nube de Oort.

La Nube de Oort se ubica en el borde de nuestro Sistema Solar y a medio camino de las estrellas más cercanas, incluyendo una colección de objetos helados que navegan por el espacio. En ocasiones, distintas influencias gravitacionales empujan a estos viajeros helados hacia el Sol, y los apreciamos en forma de cometas con largas colas. Los científicos aún no han observado directamente ningún objeto en la Nube de Oort, pero todo lo detectado hasta el momento que proviene desde allí está hecho de hielo.

En teoría, la base misma para comprender los comienzos del Sistema Solar se construye sobre la idea de que solo existen objetos helados en estas zonas exteriores y, por supuesto, nada hecho de roca. Ahora, el nuevo estudio publicado recientemente en la revista Nature Astronomy desafía estas certezas: indica que el meteorito de Canadá, proveniente del área de la Nube de Oort, es en realidad un cuerpo rocoso de aproximadamente 2 kilogramos de peso. 

Video: un meteorito que cayó en Canadá intriga a los científicos: todas las señales apuntan a que el origen del objeto rocoso está justo en el medio de la Nube de Oort. Créditos: Paul Wiegert / YouTube.

Un modelo diferente

De acuerdo a una nota de prensa, los científicos calcularon que viajaba en una órbita generalmente reservada solo para los cometas helados de período largo de la Nube de Oort. Según los especialistas, se trata de uno de los meteoritos más peculiares jamás registrados: la oportunidad de captar estos eventos más extraños es crucial para comprender en profundidad nuestro Sistema Solar y sus orígenes. 

La bola de fuego detectada en Canadá descendió mucho más profundamente en la atmósfera que los objetos helados en órbitas similares, y se destruyó de la misma forma que lo hacen los meteoritos rocosos. Por el contrario, los cometas son básicamente “bolas de nieve” esponjosas mezcladas con polvo, que se vaporizan lentamente a medida que se acercan al Sol. El polvo y los gases conforman la cola que los distingue, capaz de extenderse por millones de kilómetros.

Los astrónomos creen que si se pudieran confirmar otros descubrimientos similares sería posible verificar la hipótesis de que cantidades importantes de material rocoso coexisten con objetos helados dentro de la nube de Oort. Esto marcaría una fuerte contradicción con los modelos de formación del Sistema Solar actualmente vigentes, derivando en un rotundo cambio de esquemas que también afectaría las nociones sobre el origen y distribución de la vida.