Astronomía

Un enorme satélite de comunicaciones podría paralizar la observación astronómica

BlueWalker 3 es el satélite de comunicaciones más grande del mundo, pero se espera que más de cien satélites similares o incluso más grandes se ubiquen en la órbita terrestre baja

BlueWalker 3 desplegó su matriz de 64 metros cuadrados el pasado 14 de noviembre.

BlueWalker 3 desplegó su matriz de 64 metros cuadrados el pasado 14 de noviembre. / Crédito: AST Space Mobile.

Pablo Javier Piacente

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Un nuevo satélite gigante de comunicaciones que eclipsa a casi todas las estrellas en el cielo nocturno está oscureciendo la vista del Universo por parte de los telescopios, según la Unión Astronómica Internacional (IAU). La gigantesca "torre de telefonía móvil" en órbita, conocida como BlueWalker 3, está creando interferencias visibles e invisibles que podrían obstaculizar gravemente el progreso de nuestra comprensión del cosmos.

La Unión Astronómica Internacional (IAU, según las siglas en inglés) ha informado en una nota de prensa que las mediciones realizadas por observadores de todo el mundo muestran que el satélite de comunicaciones BlueWalker 3, lanzado en noviembre por la empresa AST SpaceMobile, se ha convertido en uno de los objetos más brillantes en el cielo nocturno, opacando incluso a algunas de las estrellas más reconocibles

Además de entorpecer la visión del Universo por parte de los telescopios, el satélite localizado en la órbita terrestre baja deja fuertes líneas blancas en las imágenes de lapso de tiempo del cosmos que obtienen los científicos, precisamente por su fuerte brillo. Al mismo tiempo, el uso de radiofrecuencias terrestres por parte del satélite plantea un nuevo desafío para la radioastronomía. Y la preocupación aumenta si se tiene en cuenta que está pensado que este satélite comunicacional sea el primero de más de cien similares, o incluso más grandes, que se lancen en un futuro cercano.

Torres de comunicación en el espacio

El satélite BlueWalker 3 es en realidad un prototipo, que tiene un sistema de antena de 64 metros cuadrados, convirtiéndose en el más grande en su tipo jamás desplegado en la órbita terrestre baja. Junto a su brillo visible, estos nuevos satélites, que funcionan como "torres de teléfonos móviles en el espacio", transmiten fuertes ondas de radio en frecuencias actualmente reservadas para comunicaciones terrestres de teléfonos móviles. 

Las transmisiones en órbita de BlueWalker 3 y de otras instalaciones similares en el futuro no están sujetas a las mismas restricciones de zona silenciosa de radio que las redes móviles terrestres. En consecuencia, tienen el potencial de afectar gravemente la investigación de radioastronomía, además de impactar negativamente en los estudios de geodesia y los experimentos de física espacial.

Debido a esto, la IAU y otras organizaciones relacionadas como el NOIRLab de Estados Unidos o el Observatorio SKA (SKAO), que se convertirá en el radiotelescopio más potente del mundo a partir de una colaboración internacional, están preocupadas por el impacto que estos satélites de comunicaciones tendrán en la investigación fundamental y la capacidad de la humanidad para experimentar el cielo nocturno natural.

Uso equitativo y sostenible del espacio

Ya en 2020, un estudio científico liderado por el European Southern Observatory (ESO) concluyó que los satélites que rodean la Tierra con diferentes objetivos están afectando a la investigación astronómica. En el caso de estos enormes satélites comunicacionales, resultan vitales para ampliar y optimizar las comunicaciones en todo el planeta, sobretodo en aquellas áreas en las cuales la cobertura de las redes móviles es nula o insuficiente. 

Sin embargo, los efectos negativos para la astronomía de estas instalaciones y tecnologías han generado que organizaciones como IAU o SKAO se esfuercen por lograr un marco normativo que garantice un uso equitativo y sostenible del espacio. Según estas entidades, los astrónomos construyen radiotelescopios lo más lejos posible de la actividad humana, buscando lugares del planeta donde la cobertura de telefonía móvil sea mínima o directamente no exista. 

A pesar de esto, las frecuencias asignadas a los teléfonos móviles ya constituyen un desafío para la observación astronómica, incluso en las zonas silenciosas de radio que se han creado para las instalaciones científicas. De acuerdo a la visión de los astrónomos, los nuevos satélites como BlueWalker 3 tienen el potencial de empeorar esta situación y comprometer la capacidad de los especialistas para hacer ciencia, siempre y cuando no se concrete una regulación adecuada que tenga en cuenta las necesidades de todos los sectores.