Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Televisión y Mas

Lágrimas

Lágrimas

Sergi Mas

Sergi Mas

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando desde una pantalla a un presentador se le escapan unas lágrimas -sinceras, claro- o un conductor se encalla y tiene dificultad para acabar un discurso, o un invitado se quede quebrado, detenemos todo lo que estamos haciendo y nos fijamos en el sufrimiento y el momento de quien las derrama.

Por la razón que sea llevamos días en los que estas dosis de emotividad se repiten. ¿Será este mundo tan veloz e impersonal que nos repara en contemplar algo tan sencillo y natural como unas lágrimas? ¿Por qué? 

Aquí en EL PERIÓDICO destacaba ayer nuestra directora adjunta, Gemma Martínez, las lágrimas y la voz entrecortada de Lady Gaga en su primer concierto en Barcelona. También el miércoles vi en La Sexta un muy tocado Antonio García Ferreras que se rompió y no pudo contener la emoción mientras dialogaba con Dolores, una señora a quien la dana vio cómo se llevaba por delante a su marido y a sus dos hijos mientras ella se agarraba como podía a una ventana. Es imposible olvidar esas escenas para el resto de la vida.

He visto a Toni Clapés procurar mantener el tipo mientras Jordi Basté lo entrevistaba, con motivo de la concesión del Ondas, al regalarle dos sorpresas, teniendo presencialmente en el estudio a su mujer, Marta Romagosa, y a su hija llamándola por teléfono. En 'El hormiguero' observé a un Pablo Motos especialmente emocionado y que ha perdido algún amigo en su tierra natal, Valencia, mientras intentaba verbalizar la tragedia de hace un año.

Recientemente a un servidor también se le han escapado algunas lágrimas cuando me han entrevistado en TV3 o en Catalunya Ràdio al hablar del ictus que padecí este verano y u a mis hijos. Uno que pensaba que estaba de vuelta de todo y que dominaba las cámaras… Pues no. 

Por desgracia… no he visto derramar lágrima alguna a Carlos Mazón, Presidente de la Generalitat Valenciana. Tampoco le eximiría de ninguna responsabilidad, pero comunicativamente no ha transparentado en ningún momento que la persona que lleva dentro acabe venciendo al político para acabar derrumbándolo. Al final resulta normal que le ocurra a quien es capaz de cambiar varias veces la versión de unos hechos.

Cuando la desnudez sentimental aflora surge la persona y ni importan las cámaras, el entorno o el decorado. Y cuando no ocurre así, aparece el monstruo, el personaje, o la coraza. Qué pena, ¿no? Y qué asco.

Suscríbete para seguir leyendo