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Televisión y Mas

Sarah Santaolalla y el facherío

TVyMAS Miércoles 22 de octubre

TVyMAS Miércoles 22 de octubre / Gustavo Valiente / Europa Press

Sergi Mas

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En menos de un mes se cumplirá el cincuentenario de la muerte del dictador, Francisco Franco. El facherío va a hacerse notar en numerosas ciudades del país: aparecerán los nostálgicos como boyas en el mar, jóvenes con cabezas rapadas rompiendo escaparates (¿me recuerda a cosas que vimos la semana pasada?), chavales interpretando canciones de la Legión de la que ni conocen sus orígenes ni tampoco sus “supuestos” valores, y testimonios que apoyan discursos del tipo “Ay, con lo bien que vivíamos con él”… En fin. Esto lo veremos.

Recuerdo que el Presidente Pedro Sánchez manifestó el pasado diciembre que durante 2025 el gobierno organizaría cien actos poniendo de relieve el valor de la democracia con el título “España en libertad”. De momento ha organizado un total de UN ACTO de los CIEN previstos. Y estamos a 22 de octubre. Pedro, cambia la agenda que la planificación no es lo tuyo. 

Paralelamente, este pasado lunes, en el transcurso del programa 'Mañaneros' de TVE la tertuliana Sarah Santaolalla tomó la palabra y dijo: “Vox es un partido fascista y debería ser ilegalizado”. Lo dijo con un tono entre agrio y enfadado que no me gustó. Por cierto: ¿por qué su tono siempre es el mismo y difícilmente transparenta optimismo para defender un argumento?

A ver: si esta misma frase la trasladamos a los años 70 en el contexto de aquella televisión fascista, lo propio sería escuchar la frase: “el socialismo es un partido que debería ser ilegalizado”.  La frase es la misma que hace 50 años, pero con actores cambiados de bando. 

La democracia atesora un arma que se denomina tolerancia, que jamás la defendió la dictadura. Por ello la frase de Sarah Santaolalla es una mala fotocopia de lo que podríamos escuchar en otras épocas. Ahora Sarah se ha convertido en el arma arrojadiza mediática de la izquierda, en la que vale todo. Es el papel que le han otorgado y que ella voluntariamente ha aceptado. 

En el periodismo deportivo se suele explicar que por mucho que un comunicador defienda a un futbolista o a un club ninguno de ellos te va a pagar la hipoteca. En el terreno de la política ocurre exactamente lo mismo, pero además cuando alguien entienda que tu presencia es prescindible o tu figura erosiona la imagen de quien ahora defiendes acabas desapareciendo. 

La peor publicidad que alguien puede hacer es señalar constantemente a tu adversario. 

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