Entrevista
Óscar Casas ('El gran salto'): "Me levantaba feliz porque era la hora de tomarme la lata de atún, luego no volvería a comer nada más"
El actor, hermano de Mario Casas, da vida en la serie de Atresplayer al atleta Gervasio Deferr
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Óscar Casas, en 'El gran salto' / ATRESMEDIA


Inés Álvarez
Inés ÁlvarezPeriodista
Periodista de televisión. Antes trabajé en revistas especializadas y colaboré en el 'Diari de Barcelona'. En 'EL PERIÓDICO de Catalunya' he pasado por las secciones de Cosas de la Vida, Gente, Dominical, Opinión, Edición y Televisión/'Teletodo'. Jurado de los Premis Zoom 2019 y Zapping 2021, 2022, 2023 y 2024.
A Óscar Casas (Barcelona, 1998) hace tiempo que no se le puede buscar en su parentesco con Mario Casas el que haya llegado donde está. Porque todo se lo ha ido ganando pulso a pulso. Empezó con 7 tiernos añitos en la serie 'Abuela de verano' y en el resto, como 'Planta 25', 'Águila Roja', 'Si fueras tú', 'Jaguar' o 'Pollos sin cabeza', ha ido creciendo como ser humano y como actor. Sin olvidar, claro está, la docena de películas en las que ha intervenido. En la última (a la espera de 'Ídolos'), 'Mi soledad tiene alas', tuvo a Mario como director. Y es que el joven comparte con su hermano una implicación extrema que le permite dar vida con nota al discapacitado psíquico en 'Instinto' o hinchar exageradamente sus músculos para luego adelgazar hasta lo insalubre con el fin de meterse en la piel (y en la mente) de Gervasio Deferr en 'El gran salto'. Serie que acaba de estrenar Atresplayer tras sufrir un aplazamiento de unos meses a causa de unas acusaciones de abuso sexual contra el atleta.
Cuando grababa la primera parte de 'El gran salto', para la que se había trabajado un físico musculoso de atleta, decía que le daba miedo afrontar la segunda, la más oscura en la vida de Gervasio Deferr. ¿Cómo resultó?
Mucho mejor de lo que me pensaba. En todo. En cómo lo iba a vivir, en cómo lo iba a afrontar... Tenía mucho más miedo antes de hacerla que una vez entré en la rueda. La mente siempre es más capulla de lo que luego es la realidad. Podría decirte que disfruté incluso más en esa segunda.
¿Y qué lo motivó?
Siento que aprendí más de mí, aprendí más de Gervi, aprendí más de la vida. No sé, es como si fuera otro viaje, otra película. El Gervi joven se parece más a mí. En la edad, en el físico... Encontraba similitudes. Pero en el mayor no tanto. Entonces ahí es donde el esfuerzo fue un poquito más allá y me encontré en lugares y sitios que me han hecho aprender muchísimo.
Por un lado estaba la parte emocional, que le daba especial respeto, pero no menos importante era la física. Después de hincharse a proteínas, tuvo que aplicar esa disciplina férrea para mostrar una apariencia destrozada por los excesos.
Eso fue también duro. De nuevo mi mente creía que iba a ser más de lo que realmente fue, pero es cierto que supuso dejar de comer completamente. Me levantaba feliz, porque era la hora de tomarme la lata de atún. Lo comía muy lento y lo saboreaba, bebiendo mucha agua, porque ya no volvería a comer nada el resto del día. Y así fue cómo se pudo hacer ese cambio, que se notaba sobre todo al final de rodaje, cuando llevaba más de un mes sin comer.
En la delgadez y en falta de energía, imagino.
Sí, muchísimo. Era una sensación muy extraña. Como un vacío, un dolor, que no es físico, sino de mucho cansancio. Pero creo que eso me ayudaba a interpretar a Gervi de mayor.
Asegura que se lleva varios aprendizajes de esta serie. Uno podría ser el de pasar hambre, algo que, afortunadamente en nuestra sociedad no es habitual en los jóvenes, aunque en otras partes del mundo sí. ¿Le ha hecho esto empatizar con esas realidades?
Realmente es terrorífica la sensación de hambre. Es algo creo que inhumano y antinatural, antivida, Porque no debe de ser así. Un animal tiene hambre y come, y así debería ser para todo el mundo. No comer significa no vivir.
También comentaba que tenía a Deferr a su entera disposición, pero que necesitó apartarse de él, porque, al estar en la etapa de la juventud y los éxitos, le hacía entrar en una zona que no tocaba. ¿Al llegar a esa segunda parte aumentó el contacto?
Muchísimo más. Cuando me dije: ahora ya puedo, me fui para su casa, le grababa, conversábamos, nos fuimos a la calle, a su gimnasio... Quería exprimirle lo máximo posible, algo que no pude hacer durante todos esos meses pese a las ganas que tenía. Lo sabía todo de él, lo había visto todo y quería compartir tiempo físico. Ahí sí que lo pude disfrutar un poco más en persona.
¿Y aquella decisión que tomó de no volver a probar el alcohol sigue firme o ya se ha olvidado un poquito?
Sigue, sigue.
"Que cada uno saque lo que quiera de la serie. Para eso está el arte, no para decir lo que se tiene que pensar"
¿En serio?
Sí, todavía, se está alargando la cosa. Lo cual no significa que no vaya a volver a beber nunca más, porque no tiene que ser negro o blanco. Pero estoy muy a gusto. Aunque estoy más aburrido. Y mis amigos ya pasan un poco más de mí... (ríe)
Está dando un buen ejemplo a sus fans. Como lo hace la historia de 'El gran salto', que recuerda que no se puede vivir al límite.
Así es. Gervi se ha expuesto en esta historia, ha tenido la valentía de contar toda su vida, ha dejado que se cree esta serie para que a muchas personas no les ocurra lo peor, como a compañeros suyos que no han podido escribir un libro porque la vida se los ha llevado. Realmente para esto lo ha contado y nosotros como consecuencia de..., igual. Pero habrá gente que no saque nada de ello y así tiene que ser. Que cada uno saque lo que quiera sacar. Para eso está el arte y no para decir lo que se tiene que pensar.
Cuando un actor se mete en un papel tan intenso, ¿cómo hace para, al acabar la grabación, seguir con su apacible vida... y no volverse loco?
Lo más importante es tener unas bases grandes de personas a las que quieres, porque cuando vuelves, vuelves ahí. Vuelves a la vida social y, en mi caso, a mi familia, a mi amiga y ya. Me suelo quedar ahí dos, tres semanas, volviendo a entender todo, volviendo a estar en casa y tranquilizándome, descansando. Yo creo que esa es la manera: el conocerte a ti mucho, saber qué es tu casa, qué eres tú, volver ahí... Lo peligroso es cuando no sabes quién eres o quién es tu gente, porque, entonces, ¿adónde vuelves?
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