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Comuniquen, por favor

Comuniquen, por favor.

Sergi Mas

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Acabas de pagar la compra en un supermercado, colocando los productos en la bolsa que traes de casa, recibes el tícket de todo lo adquirido y te despides de la persona que te ha atendido desde la caja con un amable: "Gracias, buenas tardes". Y a partir de aquí empieza la ruleta de la suerte.

Por lo general, no existe una norma universal, aunque si quien te atiende lleva en su adn un altísimo grado de estupidez, lo demostrará siempre. Hay quien vive su propia amargura y trata de comunicarla y exteriorizarla las 24 horas del día, como si todo el universo necesitase conocer su drama personal. No importa el motivo, porque quien es un imbécil, lo demostrará siempre. 

El término que lo reúne todo se llama respeto, y se mide por el grado de imbecilidad o de educación de la persona que te atiende. A menudo depende del día que tenga, aunque nosotros como clientes no tengamos culpa alguna de las últimas horas que haya tenido el empleado. Por tanto, no descartemos que haya tenido un desencuentro con su mejor amigo, una bronca con su pareja, o que haya discutido con un compañero de departamento. Aun así, se la suda su trabajo y no devuelve el saludo al cliente a propósito. Está por ver si esa persona conoce que cada "buenos días" que devuelve -o que no- está representando la imagen de la empresa que le paga y para la que trabaja. 

Puede que en ocasiones le importe un pimiento lo que llegue a pensar el cliente y en un arranque de rabia imagine: "Ojalá me echen, pillo el finiquito y algo me saldrá". Y claro, nosotros, como clientes, tenemos el derecho de volver o no volver a dicho establecimiento, exactamente el mismo que el del propio empleado cuando actúa como cliente en otro comercio. Y les puedo asegurar que me estoy refiriendo a casos reales.

O ese doloroso silencio que uno recibe cuando entra en un restaurante, un camarero observa que acabas de entrar, no te devuelve ni el saludo (cómo se nota que el negocio no es de ellos), sigues esperando en la puerta hasta que alguien te asigna una mesa, y una vez te diriges a ella, uno suelta un "buen provecho" a cuatro personas que están comiendo en la mesa de al lado... y que la respuesta sea el silencio... Absolutamente desolador. 

Valores, educación y respeto que estamos perdiendo, amigos. Así que comuniquen, por favor, comuniquen. Supongo que añadir una sonrisa ya sería pedir demasiado, ¿no?