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Eurovisión: entre el veto y el postureo

Eurovisión: entre el veto y el postureo.

Sergi Mas

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Faltan nueve días para que se dispute la final del festival de Eurovisión y un grupo de artistas que en su día participaron en el mismo han firmado y enviado una carta a la organizadora del certamen, la UER (Unión Europea de Radiodifusión) criticando su complicidad por el hecho de que participe Israel, a pesar del genocidio que lleva años perpetrando a Palestina. 

Algunos de los firmantes son el artista portugués Salvador Sobral, ganador de la edición en 2017, o quien también obtuviera la victoria en el 1994, Charlie McGettigan. Ellos, con otros más, acusan a la UER, y por ende a Eurovisión, de ser cómplice de dicho genocidio. 

"Nosotros, ex participantes de Eurovisión abajo firmantes, instamos a todos los miembros de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) a exigir la exclusión de KAN, la radiodifusión pública israelí, del Festival de la Canción de Eurovisión como cómplice del genocidio israelí contra los palestinos de Gaza". 

Eurovisión no es la mejor autopista donde dirigir una indignación humana, o política, y aprovecharse del eco del festival es sinónimo de utilizar su propagación para dejar clara una postura, pero nada más. 

Posiblemente sea más efectivo que cada uno de estos artistas envíe y haga pública una nota dirigida a la televisión de su propio país con unas palabras parecidas a estas: "Creo que mi país, -el que sea- no debe participar en el Festival por admitir a Israel en el Festival." Porque que nadie dude que si Portugal no va, si Irlanda no va, si Alemania no va... la UER le acabará diciendo a Israel: "oye, que se me está llenando el buzón de países que se borran. Este 2025 vendréis al Eurojúnior, pero a Eurovisión, no". 

No conviene olvidar que Eurovisión es un concurso de canciones (Eurovision Song Contest), y ya hace años que ha ignorado su génesis para convertirse en un meme de postureo, ventiladores y fogonazos durante las actuaciones y de artistas que van a dar la nota, entre otras lindezas. Nos quedamos con la postura y olvidamos la música; se apoyan reivindicaciones que nada tienen que ver con el festival y se olvida la música; se vota en pro de la consigna y se olvida la música... 

De la misma manera que lo hace Australia desde hace años, que tampoco nadie dude que si este año participase Palestina, aunque presentara un cantante mudo, seguro que obtendría la victoria, como consiguió Ucrania hace poco. ¿Dónde vas, Eurovisión?