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Creu de Sant Jordi

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Sergi Mas

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Como viene siendo costumbre desde el año 1981, la Generalitat de Catalunya ha concedido la distinción de la Creu de Sant Jordi a diferentes instituciones, colectivos y personas. Entre algunas de ellas, a Javier Moll, Presidente de Prensa Ibérica, editora de El Periódico. Moll y su mujer, Arantza Sarasola, crearon hace más de 45 años Prensa Ibérica, actual editora de El Periódico, una iniciativa que empezó con la compra de un diario en las Islas Canarias. Desde esta tribuna que ocupa cada día la penúltima página de El Periódico, muchas felicidades.

Pueden calificar ustedes como un detalle egoísta por mi parte, pero la única certeza consiste en que ahora estoy escribiendo y quizás con otro editor, pues igual no. Se trata de la certidumbre de la ignorancia. 

El Director de El Periódico, Albert Sáez, me propuso el pasado octubre presentar por segundo año consecutivo la Gala del Català de l’Any y lanzó una sugerencia para que entre todos le diésemos una vuelta a los habituales parlamentos de personalidades que se realizan desde un atril. Ello implicaba ir abandonando los discursos habituales y convertirlos en un distendido diálogo a tres realizado en las sillas de un bar entre un servidor y premiados (Estopa), el President de la Generalitat (Salvador Illa) y el matrimonio Moll-Sarasola. Todo ello generaría un tono más cercano y menos institucional con la distancia y la rectitud que genera dicho atril…

Me pareció bien, así que subimos a la planta 4 del edificio de Prensa Ibérica y allí nos reunimos los cuatro, en donde Javier Moll me preguntó: “¿de qué quieres que hablemos?” Y mi respuesta fue: “Prefiero preguntar yo de qué quieren que hablemos” La contestación que recibí fue la que cualquier periodista espera de un responsable: “Pregúntanos lo que quieras”. Con esa respuesta y durante la gala estuvimos conversando entre diez y doce minutos. Y sólo fue eso.

Esto de la Creu de Sant Jordi es un poco como los Premios Ondas, sólo que en lugar de una emisora privada los concede el Govern. En el ámbito radiofónico yo he leído a la misma persona (que no lo recibió un año) maldecir sobre el egocentrismo de quien lo otorga, para cambiar por completo el discurso al año siguiente (en el caso de que lo reciba) y deshacerse en elogios a la SER por recibir un premio tan valioso. Miren, yo siempre quiero premios y si no es posible, que se lo den a mis jefes.