Crítica de serie
'Vicios ocultos', en Apple TV+: Jon Hamm vuelve a ser estrella de una serie
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Jon Hamm (Coop) en una imagen de 'Vicios ocultos' / Apple TV+


Juan Manuel Freire
Juan Manuel FreirePeriodista
Periodista y crítico cultural.
'Vicios ocultos'
Creador: Jonathan Tropper
Dirección: Craig Gillespie
Reparto: Jon Hamm, Olivia Munn, Amanda Peet, Mark Tallman
País: Estados Unidos
Duración: 60 min. aprox. (9 episodios; dos vistos para reseña)
Año: 2025
Género: Drama criminal
Estreno: 11 de abril de 2025 (Apple TV+)
★★★
Tras el final de 'Mad men', Jon Hamm se ha paseado por las series como secundario brillante, a veces insistiendo en la imagen de galán (menos complicado, como en 'The morning show'), pero más a menudo buscando formas de escapar de su propia sombra, como en 'Unbreakable Kimmy Schmidt' y 'Fargo', en las que brilló como, respectivamente, un reverendo pirado y un sheriff ultraconservador con piercings en los pezones.
Con 'Vicios ocultos', nueva gran apuesta de Apple TV+ (que la renovó incluso antes de estrenarla), Hamm vuelve por fin al protagonismo catódico. Y, además, en un personaje que no cuesta tanto ligar al mítico Don Draper, con quien comparte la combinación de confianza en uno mismo y profundo autodesprecio. O un armario en el que no dejan de entrar trajes caros, quizá por poco tiempo, todo sea dicho.
Conocemos al administrador de fondos de cobertura Andrew Cooper, alias Coop, en un momento algo delicado. Después de años subido al tren del lujo y la buena vida, algo sacudió el universo e hizo descarrilar su existencia. Es despedido del trabajo por un motivo que no acaba de entender y en un momento no demasiado feliz a ningún nivel. Su esposa Mel (Amanda Peet) le dejó por su mejor amigo. Sus hijos, el aspirante a batería Hunter (Donovan Colan) y la talentosa tenista Tori (Isabel Gravitt), se le escurren de los dedos. Su hermana Allison (Lena Hall) tuvo un brote psicótico del que todavía no parece haberse recuperado. Su madre Marley (Lizbeth MacKay) es, simplemente, lo peor.
Todo su mundo está estallando en pedazos, como lo hacen almohadas o pistas de tenis en una inspirada secuencia de créditos. En mitad de ese caos absoluto, Coop se decide a pasar al otro lado de la ley, un poco como el desencantado y enfermo Walter White de 'Breaking bad', pero no cocinando anfetamina, sino robando a sus vecinos en el exclusivo barrio de Westmont Village. Quien roba a un rico no tiene cien años de perdón, pero sí las simpatías de los espectadores a los que no nos sobra el dinero. Cualquier oportunidad es buena para recorrer un puñado de lujosas estancias, subir (inequívocamente) por alguna escalera y alargar la mano hacia alguna joya de la alta relojería que su dueño no echará de menos, más que nada por no ser la única que tiene. En mitad de su aprendizaje como caballero ladrón, Coop se encontrará (como descubrimos al principio, es decir, no es 'spoiler') en el suelo de una mansión ajena, cubierto en la sangre de otro hombre.
La serie es responsabilidad de Jonathan Tropper, conocido sobre todo como cocreador de 'Banshee' y creador de 'Warrior'. La primera sigue siendo su mejor obra: gran ficción 'pulp' sobre un tipo que, recién salido de prisión (Antony Starr, mucho antes de ser Patriota en 'The Boys'), decide adoptar la identidad de otro hombre para convertirse en nuevo sheriff de una pequeña localidad de Pennsylvania. Esta nueva apuesta no llega a sus alturas, pero es un buen drama criminal, escrito con ingenio, bien dirigido en los dos primeros episodios por Craig Gillespie ('Yo, Tonya', 'Pam & Tommy'), que hace menos y mejores cosas con la cámara de lo habitual en él.
Lo más curioso es que, más que una serie de 2025, parece de década y media atrás, cuando los hombres difíciles dominaban las series de prestigio. Está la citada conexión argumental con 'Breaking bad'. Y está, sobre todo, ese claro culto a cierto vetusto ideal masculino, un hombre atractivo, adinerado, heterosexual, trajeado, un poco canalla, tentado siempre por el alcohol y las mujeres, que nunca se le resisten. Por suerte, Trooper no convierte a su ex en bruja antipática ni cae en la misoginia del anacrónico Taylor Sheridan. De hecho, deja que el personaje de Peet tenga sus razones, nos muestre sus matices… y, como consecuencia, sintamos empatía por ella, igual que por ese hijo batería que nunca tuvo la atención merecida.
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