Comunicar desde el miedo

La pasada noche me telefoneó mi hija algo atemorizada, bastante atemorizada, porque había visto en diferentes redes sociales de su teléfono móvil serios avisos para que la ciudadanía europea adquiriésemos el llamado 'Kit de supervivencia'. Y añadió que ese sentimiento de temor y de miedo era común entre sus compañeros de facultad. 

De entrada intenté detener el golpe con cuatro frases de cariño y excusando a la clase política ("manda huevos", pensé después) con el argumento de que parte de su trabajo consiste en aparecer en los medios para justificar sus millonarios sueldos. Pero tras colgar el teléfono, reflexioné. 

Para justificar tal aviso, Bruselas ha alertado de posibles sabotajes, ciberataques, pandemias, desastres naturales y hasta un posible conflicto bélico. El documento oficial dice que "la ciudadanía deberá prepararse para incidentes y crisis intersectoriales a gran escala, incluida la posibilidad de agresión armada que afecten a uno o más estados miembros". 

Para empezar, a esta gente no les perdonaré jamás que desde sus instituciones realicen comunicados con tamaña ligereza y con un precedente grave, como es el ridículo histórico que transparentó esta institución ninguneando el covid en sus inicios, gestionando avisos y recomendaciones cuando ya era demasiado tarde. 

Y como no puede ser de otra manera, la cabeza visible de este aviso relleno de tinieblas tiene un nombre: la jefa del rancho, Úrsula von Der Leyen, presidenta del organismo desde diciembre de 2019, y que según diferentes portales de transparencia se lleva al mes (sí, al mes) 31.783 nyapos, extras aparte. 

Posiblemente un servidor haya transparentado más de una vez mi frase de cabecera, que es "La vida es maravillosa pero este mundo es una mierda". Desde hace dos días ha quedado de manifiesto que la frase no está para nada alejada de la realidad porque hay quien se encarga de que sea así, se apellide Trump, Putin o von Der Layen. Pero resulta imperdonable trasladar este miedo a estudiantes y adolescentes, los adultos del futuro.

¿Y a ti qué tal te vendría, respetada Úrsula, adquirir un Kit de sentido común? O mejor: un cursillo de comunicación para transmitir mensajes desde la concordia. Supongo que el sueldo te da. ¿Cómo lo ves? ¿Has reparado en la amargura mental en la que has incurrido comunicando este nefasto mensaje? Y todo para decir: ya lo avisamos. ¡Dios mío!