Televisión y Mas
Silence, please



Sergi Mas
Sergi MasPeriodista
Hace poco destaqué en esta columna la figura del productor de radio. Hoy quiero poner de relieve otra figura radiofónica (y también televisiva) como el del técnico de sonido, a menudo denominado como Director de audio creativo.
Quienes hemos trabajado bastantes años en la radio solemos bautizar a los técnicos como enterradores, porque ellos van viendo cómo pasan los cadáveres. Qué duda cabe que estos cadáveres somos nosotros, quienes tenemos el micrófono delante. Lo saben, lo asumen y sonríen, porque un buen matrimonio profesional entre locutor y técnico es imprescindible. Lo llamamos química y un programa no chuta si ambas partes no van al unísono.
He escuchado buenos programas que por dejadez de un técnico he dejado de sintonizar: sintonías que se alargan, entradas de golpes musicales extremadamente molestos, abuso de efectos especiales que a partir del tercero ni sorprenden, ni aportan… Este abuso resulta cada vez más molesto en los tráileres de las películas de cine, pero esto ya lo comento otro día. Por otra parte, también he escuchado guiones o contenidos normalitos que con la aportación de un técnico ha salvado e incluso ha aumentado la calidad del producto final.
Los técnicos tienen, como mínimo, la mitad de la llave del éxito. Cuando se corta una llamada reciben broncas silenciosas con la mirada y automáticamente levantan los dos brazos. No aparecen en los carteles de los programas y normalmente sí que lo hacen en los créditos en el primer o último minuto de un programa.
Ha habido veces que en el control de sonido de un directo ha visto más gente que en toda la rambla Catalunya: quien está de visita por la emisora, el 'repre' del entrevistado, algún 'amiguete' que lo acompaña, y resulta de una falta de respeto absoluta utilizar el territorio del técnico como sinónimo de zona libre.
Más de una vez he escuchado a un técnico gritar “¡silencio!” (curiosa paradoja: “gritar ‘silencio'”) en su propio hábitat. Cuando esto ha pasado inmediatamente todo el mundo ha bajado la voz o ha abandonado el control. A mí no se me ocurriría ponerme en mitad de la cadena de montaje de una fábrica de patés y hacerle preguntas a un empleado o llamar por teléfono a menos de un metro desde el lugar en el que trabaja.
Por eso pido respeto al territorio del técnico, por favor. Y cuando entremos en un control apliquemos la técnica del tenis: “Silence, please”. Y muchas gracias, señoras y señores técnicos.
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