DE CAMINO A LIVERPOOL (I)

Kirkorov, el ruso que lidera la “mafia gay” de Eurovisión: “Es una amenaza para la seguridad nacional de Ucrania”

Sobre el “artista favorito de Putin” pesan acusaciones de manipulación y compra de votos, algo que la UER no ha conseguido probar. Además, le rodean otras polémicas: abofeteó a una productora, se enfrentó a una periodista, apoyó la anexión de Crimea...

Aunque Eurovisión ha sido determinante en su carrera, Kirkorov lleva 38 años sobre las tablas.

Aunque Eurovisión ha sido determinante en su carrera, Kirkorov lleva 38 años sobre las tablas. / WIKIPEDIA

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Natalia Gordienko no iba a ganar Eurovisión 2021. Sugar era una propuesta de nicho, con mucho glitter y poca garganta. Machacona por momentos. Y edulcorada en exceso. De hecho, lo raro fue que Moldavia pasase a la final tras una ejecución repleta de imperfecciones vocales. Lo hizo en séptima posición con 176 puntos. Una cifra que, por ejemplo, España jamás había alcanzado hasta Chanel. Tanto el público como el jurado apostaron en masa por una canción que, sin la armadura para hacerlo, empezó a competir con Francia, Suiza e Islandia por la victoria.

Recibió 12 points de ocho de los 17 países que concurrían en la semifinal. Sin embargo, dos días más tarde, cuatro de ellos cambiaron de opinión y la dejaron fuera de sus quinielas. En ese momento, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) empezó a sospechar. Y, a la carrera, identificó un patrón en delegaciones alejadas geográfica y culturalmente: habían pactado sus votos.

“Las sospechas se centraban en el elevado televoto que se logró en regiones de reducidas dimensiones, en las que podría resultar sencillo alterar los datos mediante la distribución de tarjetas SIM. También se ha señalado que los territorios históricamente más afines a los integrantes del Dream Team [responsables de la canción] valoraron altamente a Moldavia, lo que fue correspondido por la pequeña república”, recoge Eurovision-Spain.

Detrás del Dream Team se encuentra Philipp Kirkorov (Varna, 1967), un artista ruso habitual en la trastienda de las candidaturas ex soviéticas sobre el que han recaído diversas acusaciones de manipulación. Tras el revuelo causado, los aludidos se pusieron en contacto con el diario sueco Aftonbladet, donde dieron su versión de los hechos: “Durante años hemos demostrado nuestro amor por el festival, ¿por qué empezaríamos a intervenir las llamadas telefónicas ahora?”.

Lo cierto es que Kirkorov nació en Bulgaria, país que dio la máxima puntuación a Moldavia a cambio de otro jugoso 12. Lo mismo con Rusia, destino que lo consagró en la escena pop: intercambiaron un 10 y un 12. Y así con el resto de sospechosos. No obstante, tras investigar el supuesto fraude, la UER mostró su conformidad y zanjó el asunto. Algo que no convenció a los espectadores, que destaparon a este oscuro personaje.

Tal es su dominio de Eurovisión que hay quien ha bautizado al controvertido equipo como la "mafia gay" que mueve los hilos del bloque del Este. Además de su participación como solista en 1995, el intérprete ha sido el artífice de Work Your Magic (Bielorrusia, 2007), Shady Lady (Ucrania, 2008), Shine (Rusia, 2014), You Are The Only One (Rusia, 2016), My Lucky Day (Moldavia, 2018), Scream (Rusia, 2019), Prison (Moldavia, 2020) y Sugar (Moldavia, 2021).

Lituania prohibió su entrada


Antes de que Rusia fuera expulsada tras la invasión de Ucrania, Kirkorov desveló a la agencia Ria Novosti que tenía entre manos otra candidatura: “Estamos produciendo a una persona para que represente a su país. La composición está casi terminada. No va a decepcionar”. El veto a Moscú no le sentó demasiado bien. Sobre todo, por el tono político que adquirió aquella decisión. Él, como fiel defensor de su patria, sacó a relucir sus colores.

“A menudo descrito como el cantante favorito de Putin, en junio de 2021, decidimos considerarlo una amenaza para la seguridad nacional de Ucrania y se le prohibió la entrada por apoyar la anexión de Crimea”, escribió en The Guardian Andry Yermak, jefe de la Administración Presidencial de Kiev. El pasado marzo, asimismo, fue añadido “a la lista de propagandistas rusos que están sujetos a sanciones por su apoyo al belicismo. Había estado pidiendo a sus seguidores que aplaudieran a los héroes nacionales”. Lituania y Estonia también le han cerrado sus fronteras.

Kirkorov, durante su actuación en Eurovisión 1985 de la mano de Rusia. 

Kirkorov, durante su actuación en Eurovisión 1985 de la mano de Rusia.  / EUROVISIÓN

A pesar de que Eurovisión ha sido determinante en su trayectoria, Kirkorov lleva 38 años sobre las tablas. Tras licenciarse en la Escuela Estatal de Música de Gnessin, inició una carrera marcada por el pop ruso de tintes occidentales. Rápidamente, se posicionó como la gran joven promesa. Hasta que, en 1990, ganó el festival Shlyager con Nebo i zemlya. Una hazaña que le permitió grabar su primer álbum: Филипп.

El pelotazo fue tal que, en cuestión de meses, empezó a girar por Canadá, Alemania e Israel. Incluso recibió el World Music Award al artista con más ventas de Rusia hasta en cinco ocasiones. Ahora bien, los escándalos personales que ha protagonizado desde 1985 han acabado restando importancia a sus méritos profesionales. El más conocido tuvo lugar el 20 de mayo de 2004, durante una rueda de prensa en Rostov del Don. El entuerto fue tan polémico que ocupó numerosas portadas de la época.

Abofeteó a una productora


Aquella mañana, la periodista Irina Aroyan le preguntó por qué la mayoría de sus temas eran versiones de canciones europeas y americanas. A lo que él respondió perdiendo los estribos. El tono que adaptó resultó tan violento que terminó la conversación diciendo: “Estoy harto de tu blusa rosa, tus tetas y tu micrófono”. Y, a continuación, exigió a la reportera que abandonara la sala. Tras hacerlo, sus guardaespaldas la abordaron y destrozaron su grabadora.

Este gesto abrió una discusión en la prensa nacional, que no dudó en castigar los hechos. Después de la denuncia correspondiente, el solista fue condenado a pagar 60.000 rublos a la víctima. No fue la única vez que éste empleó a su séquito para amedrentar a alguien: repitió la jugada con el vocalista de la banda DDT, quien le había señalado por hacer playback en sus conciertos. Por aquel entonces, ya contaba con 15 elepés en el mercado.

Lejos de mantener un perfil bajo, Kirkorov siguió sumando altercados. Como el de 2010, en el que abofeteó a la productora Marina Yablokova por no estar satisfecho con la iluminación de una gala. Si bien negó los hechos ante la Policía, a la semana siguiente ingresó voluntariamente en un centro psiquiátrico de Israel. Más adelante, en el programa Let Them Talk, pidió perdón: “Sí, levanté la mano. La insulté”. Al final, ambas partes llegaron a un acuerdo en sede judicial.

A esta instancia también se acercó junto a Didier Marouani, quien le acusó de plagiar el 41% de su Symphonic Space Dream. El músico francés fue detenido nada más poner un pie en Moscú después de que Kirkorov les imputase un intento de extorsión. Fue liberado al anochecer. “Él y su abogado se han portado como una auténtica mafia. Resolveremos nuestros problemas en los tribunales”, confesó al tiempo.

Íntimo de Donald Trump


Uno de sus grandes amigos es el también conflictivo Donald Trump, al que conoció en 1994 tras una actuación en su casino Taj Mahal. “Se acercó al camerino y me dio un fantástico trofeo de oro por ser el primer ruso en tocar allí”, relató a la BBC. La amistad que fraguaron fue tan intensa que el empresario llegó a presentarle en distintos actos como el Michael Jackson ruso. Entre ellos, el concurso Miss Universo en el que ejerció de juez.

“Si llegase a la Casa Blanca, la relación de nuestras naciones sería bastante más estrecha. Rezo por ello”, dijo cuatro meses antes de la victoria del político republicano. Para entonces, ya se había divorciado de la súper estrella Alla Borisovna, lo que desató muchísimos rumores acerca de su sexualidad. Este detalle ha sido objeto de debate desde que, prácticamente, aterrizó en la esfera pública.

Su glamuroso maquillaje y su excéntrico vestuario han provocado comentarios que él nunca ha desmentido. Además, su posición contra la ley de San Petersburgo que suprimía la propaganda homosexual le colocó en el ojo del huracán. Sin olvidar los dos hijos que ha tenido mediante gestación subrogada. Tres posturas que no encajan en un territorio abiertamente antigay.

Entonces, ¿por qué tiene tanto éxito? “Mientras que los artistas extravagantes pueden ser marginados en otros países también conservadores, Rusia abraza de todo corazón a quienes encarnan cualquier cosa que no sean los ideales heteronormativos declarados”, escribe Olga Khazán, redactora de The Atlantic. Ahí está, por ejemplo, el fervor que desató el dúo t.A.T.u. en 2003, cuyas integrantes insinuaron ser lesbianas en Eurovisión. Un conjunto de despropósitos que han encontrado en Kirkorov al más absurdo de sus lumbreras.