Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Pedroche y Rahola, dos ‘frontis’ para el 2023

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Ferran Monegal

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"Nunca hubiera sido artista si las mujeres no tuvieran senos", exclamó Auguste Renoir mientras pintaba ‘Las bañistas’, su último cuadro de desnudos femeninos (‘Les baigneuses’, 1919, Musée d’Orsay, Paris). Frente a ese cuadro dicen que murió, con los pinceles en la mano todavía, dando los últimos retoques a la sensual ingravidez de los senos.

¡Ah! Gloriosa muerte si así murió, aunque algunos discrepan y advierten que murió en la cama dibujando en un cuaderno un ‘bouquet’ de flores en un jarrón, o sea, naturaleza muerta. Es un final prosaico. Me quedo con la otra versión. Es más glorioso exhalar el último suspiro perfilando el pezón de unas ‘baigneuses’. Los directivos de Atresmedia no son Renoir, ni mucho menos, pero intentan emularlo cada año sacando a Cristina Pedroche para que dé la campanada a base de desnudez. En esta ocasión paloma blanca deshilachada sobre tetas, y falda de tul transparente. Es verdad que primero se presentó cubierta con una capa hecha con una tienda de campaña de los más olvidados del planeta: los pobres migrantes que viven hacinados en infames campamentos.

No pongo en duda las buenas intenciones de este gesto, pero la campanada que impulsa A-3, y busca la audiencia, no es la carpa de una oenegé, sino lo que esconde, el ‘frontis’ de la Pedroche emergiendo suavemente de debajo de una descosida paloma. No se equivocó esta paloma, no se equivocaba, como decía Alberti. Esta paloma sabía perfectamente cómo buscar audiencia. Y la consiguió casi toda: más de seis millones de personas. De la capa hecha con esa tienda de campaña de la desgracia migratoria no se volvió a acordar nadie en toda la noche.

En este juego de ‘frontis’ con que ha arrancado el 2023 también Pilar Rahola ha querido dar el do de pecho. Más modesto, en 8TV, audiencia de 6.000 espectadores y 0,3% de cuota de pantalla. Es lo que tiene la liga regional. Pero dos tetas son dos tetas. Agarrándolas con las manos, sin enseñarlas, pero resaltándolas hasta con fiereza, Rahola cantaba aquel verso de Rigoberta: "¡No sé por qué dan tanto miedo mis tetas!"’. ¡Ah! No es miedo, Pilar, no es miedo. Es la diferencia entre Renoir y Delacroix. Es la diferencia entre ‘Marianne guiando al pueblo’, tetas feroces en son de guerra, fusil en mano y atizando con la bandera, y los senos delicados, sugerentes, acogedores y tiernos de ‘Les baigneuses’.

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