Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: TV-3 parodia la fantasmada de Julio Iglesias Jr.

TV3 Zona Franca La novia fantasma 1 monegal

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Ferran Monegal

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Esa fantasmada que protagonizó el otro día Julio Iglesias Jr. presentando a su actual novia cubierta con una sábana y descubriéndola en público como quien destapa un nuevo modelo de motocicleta o inaugura un lavavajillas ha causado una notable excitación televisiva.

 He visto que en el pegajoso y almibarado ‘Corazón corazón’ de TVE-1 lo han casi celebrado como si fuera una originalidad sorpresiva, pero en general, en la mayoría de cadenas y programas, le han sugerido al pimpollo Iglesias que reprima su machismo. Dani Mateo, en ‘El intermedio’ (La Sexta), por ejemplo, se lo advertía: «Tu padre te diría ‘Eres un machista y lo sabes’». Hombre, quizá a este Iglesias Jr., que se pasa mucho tiempo en Miami, le gusta aquella utilización de la condición femenina que impulsaba el Hollywood del post-macartismo cuando contrataban a Virna Lisi y la hacían brotar, en biquini, del interior de una tarta de cumpleaños, en la película ‘Cómo matar a la propia esposa’ de 1965. Eran los tiempos en que Hugh Hefner inventó el negocio de ‘Playboy’ llenándolo de sumisas ‘conejitas’. Todo aquello periclitó, por fortuna, pero parece que a Julio Iglesias Jr. le subyuga.

 A mí, el golpe escénico, la parodia a la contra, que me ha gustado más es el que ideó Joel Díaz (‘Zona franca’, TV-3) cuando dijo que él también tiene una novia que nos quería presentar, y apareció un fantasmita bajo sábana que al descubrirlo resultó ser Peyu, el humorista. ¡Ah! Fue divertido, en esa línea que ahora TV-3 ha ordenado a sus criaturas: mucho entretenimiento, mucha euforia, mucha espuma, y un poco menos de intoxicación política.

En este sentido fue enternecedor lo que el propio Peyu confesó, cuando explicó que su hijita «nació en julio de 2018, fruto de la euforia de octubre de 2017». ¡Ahh! Qué instante más conmovedor. Decía que su ilusión era que su hija llegase a este mundo «en una Catalunya libre, más justa, donde todos vivieran mejor», y añadió, triste, apenado: «Y mira, al final, ‘¡tot es una merda!’ ¡Tenemos unos partidos que acaban siendo nuestro Ibex 35!». O sea que Peyu resulta que se creyó el espejismo que impulsaba la élite procesista –con la ayuda de TV-3 en plan ‘cheerleader’– y ahora se da cuenta de que aquello solo fue, y sigue siendo, un estupendo ‘modus vivendi’ para algunos. A partir de ahora me voy a mirar a Peyu todavía con más cariño.

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