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Jorge Javier Vázquez: “Necesito meterme en un charco de vez en cuando para animarme”

El presentador se desnuda en su último libro como nunca antes lo había hecho y habla de asuntos tan íntimos y personales como su adicción al alcohol y el sexo, la depresión que padeció tras superar su ictus, y sus problemas con Hacienda

Entrevista al periodista Jorge Javier Vázquez.

Entrevista al periodista Jorge Javier Vázquez. / David Castro

Juan Fernández

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Pocas veces un personaje público se ha atrevido a desnudarse con la crudeza y sinceridad con que lo ha hecho Jorge Javier Vázquez (Badalona, 1970) en su último libro, ‘Antes del olvido’ (Planeta), donde habla con pelos y señales de sus relaciones con el alcohol, las adicciones, la depresión, los antidepresivos, el sexo, las enfermedades venéreas, Hacienda, la tele, las mieles del éxito y el sabor amargo del fracaso. No busca redención, sino poner al día su vida y ajustar cuentas consigo mismo. Otros habrían preferido hacerlo en privado, pero no se llaman Jorge Javier Vázquez.

-Lleva 25 años exhibiéndose en la tele. ¿Por qué ha querido hacer ahora este estriptís tan íntimo y personal?

-En su libro de diarios, Rafael Chirbes reproduce una conversación que mantuvo con Carmen Martín Gaite, que es mi autora favorita, en la que ella le dijo una frase con la que me identifico mucho: escribimos para salir limpios de experiencias atroces.

-¿Viene de vivir una experiencia atroz? ¿Se refiere al ictus, a la pandemia...?

-Del ictus apenas me enteré porque me pilló bailando borracho en una discoteca de Marruecos. Cuando desperté, mi vida continuó igual, salvo que al poco me diagnosticaron una depresión leve. Me la traté con terapia y Prozac, que me dejaron una placidez brutal. La pandemia la llevé bien porque la pasé trabajando. La post pandemia fue peor, pero lo que me convirtió en un ser inerte incapaz de sentir, llorar o emocionarme fue la muerte de Mila Ximénez. En realidad, este libro surge de mi decisión de acudir a un centro de adicciones.

-¿Cómo llegó allí?

-Durante toda mi vida me he preguntado si era alcohólico. Empecé a beber a los 20 años para salir por bares de ambiente en Barcelona y superar el miedo. Durante mucho tiempo asocié el alcohol a ligar. Luego comencé a enlazar trabajos exigentes y beber se convirtió en una válvula de escape para calmar la ansiedad. He bebido mucho durante muchos años y me lo he pasado muy bien emborrachándome, hasta que el alcohol empezó a controlarme a mí, no yo a él, y dejó de ser divertido. Un día, después de una resaca descomunal, decidí llamar a un centro de adicciones. Cuando di mi nombre, pensaron que era una broma.

-¿Qué descubrió en ese lugar?

-Que tengo comportamientos de adicto. Saberlo me da mucha tranquilidad, porque así sé a qué me enfrento y he podido identificar los efectos que causa en mí. Me hace ser una persona inconformista, intolerante e incapaz de aceptar la realidad. También he descubierto que no solo te enganchas a sustancias. Una de mis mayores adicciones durante años ha sido el trabajo. A mi familia solía decirles: el trabajo me va a matar. Ahora entiendo que aquella adicción no me dejaba vivir.

-¿En qué le ha cambiado saber que tiene comportamientos de adicto?

-Ahora sé cuándo estoy en peligro y qué hábitos he de evitar para ponerme a salvo. Por ejemplo, llevo sin probar el alcohol y el sexo desde julio por indicación de mi psicóloga, porque me relacionaba con ambos de forma adictiva. Me he acostado con tanta gente que no me gustaba, solo porque iba borracho... Convertí el sexo y el alcohol en una válvula de escape para aliviar la ansiedad.

Llevo sin probar el alcohol y el sexo desde julio por indicación de mi psicóloga, porque me relacionaba con ambos de forma adictiva

— Jorge Javier Vázquez

-¿Cómo es su vida ahora?

-Antes tenía asociada la idea de la paz a la muerte en vida. Ahora me parece un estado deseable. Me levanto a las 6 de la mañana, me hago mi café, saludo a mi burro Fortunato y a mis perros, leo la prensa… Cuando estás absolutamente sobrio, parece que la vida te habla. Siento que he recuperado lucidez. He vivido muchos años anestesiado y angustiado, días enteros encerrado en mi casa porque me daba miedo a salir y perderme, temiendo que me hicieran fotos en determinados estados. Me moría de pensar que mi familia pudiera verme así.

-Esas cuestiones, y otras muchas que relata en su libro, son muy íntimas. ¿Por qué ha decidido airearlas a los cuatro vientos?

-Porque me hace bien contarlo y porque, después de tantos años de exhibición pública, tengo la sensación de que nadie me conoce, ni siquiera mi familia. Me he pasado mucho tiempo pidiendo perdón.

-¿Tiene esa impresión? No parece alguien que ande a la defensiva o que suela callarse cuando le hacen reproches.

-Y menos pienso callarme a partir de ahora. A mis 52 años, lo único que me queda es el compromiso personal y ser honesto conmigo. Conozco mis defectos, pero también sé que soy uno de los mejores comunicadores de España. Francino dijo en una entrevista que la tele que hago le parece repugnante y le contesté con un hilo de Twitter en el que me quedé a gusto. Cuando lo leyó Alberto Díaz, mi director, me mandó una foto de unas botas katiuskas.

-¿Las necesita?

-Sí, porque necesito meterme en un charco de vez en cuando para animarme. No soporto a esos profesionales que pasan por la tele sin dejar huella. Chico, para eso, quédate en casa. Nos hemos vuelto unos aburridos y me niego a ser uno más. Si te dedicas a esto, tienes que dar un poquito de fantasía y diversión. No concibo trabajar en la tele y no dar la nota.

Si te dedicas a esto, tienes que dar un poquito de fantasía y diversión. No concibo trabajar en la tele y no dar la nota

— Jorge Javier Vázquez

-A veces protagoniza polémicas extra televisivas, como las relacionadas con la política. ¿Por qué se implica con tanta vehemencia?

-Y lo haría más, pero tampoco quiero abusar de mi posición. Tomo partido porque creo que en este país están ocurriendo cosas inconcebibles. Me parece muy peligroso que ciertos compañeros den voz a gente que se dedica a propagar odio, o que enciendas la tele y veas a tertulianos que mienten deliberadamente. En 'Sálvame' discutimos de cosas intrascendentes, pero el odio que se vierte en esos programas acaba calando en la gente y la legitima para hacer cualquier cosa. Un día lo vamos a lamentar.

-Su nombre sonó como posible candidato a la alcaldía de Madrid. ¿Le han tentado alguna vez para pasarse a la política?

-No, y si lo hicieran, jamás aceptaría. No es mi trabajo, no controlo absolutamente nada de política y no creo que sea honesto por parte de nadie aprovecharse de su popularidad para conseguir alto tan importante como un cargo público.

-'Sálvame' ha caído en audiencia. ¿Ha pensado en la posibilidad de que lo cancelen?

-Mentiría si dijera que no he echado números para calcular mi finiquito, y oye, no está nada mal. Si tuviéramos que dejarlo, pues qué le vamos a hacer, pero espero que siga. Llevamos 14 años hablando muchas tardes de nada. Tiene mucho mérito.

-¿Dónde se ve dentro de cinco años?

-Los que nos dedicamos a esto estamos siempre fantaseando con la retirada, pero luego hay algo que nos anima a quedarnos. En este momento me apetece seguir, porque el trabajo ya no me mata y disfruto con lo que hago. Pero tampoco quiero estar aquí toda la vida, que hay muchas cosas por hacer y mucho mundo por descubrir. Ahora mismo, lo que más me apetece es un amanecer, una cama y un cuerpo al lado del mío.

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