Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Cicciolina, "vengo a TV-3 porque amo a España"

Cicciolina en ‘Col.lapse’ (TV-3)

Cicciolina en ‘Col.lapse’ (TV-3)

Ferran Monegal

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El ingrediente estrella de este sábado en ‘Col.lapse’ (TV-3) fue Cicciolina, aquella cantante y actriz porno húngara, afincada en Roma, que en 1985 logró ser diputada del parlamento italiano y fue todo un fenómeno mediático.

Hay quien opina que tuvo el éxito que tuvo porque introdujo la palabra ‘amor’ en la política, una gesta extravagante, rara, poética incluso, y consiguió una excitación colectiva. Otros, más prosaicos, opinan que su triunfo se debió a que Cicciolina se bajaba continuamente el sujetador y enseñaba sus tetitas. Lo hizo en TV-3 hace más de 30 años atrás (‘Àngel Casas Show’) y ahora Ustrell también ha querido invitarla, aunque su momento de fama y popularidad ya solo sea un recuerdo difuso. Curiosamente Ustrell también tuvo esa noche a Penélope Cruz, actriz que está en un momento de popularidad y fama muy potentes; no obstante la liquidó enseguida: una entrevista grabada, cuatro preguntas sin apenas interés, y listo. ¡Ah! Los focos principales fueron para Cicciolina, una perfecta desconocida para todos los que tienen 40 años o menos. Y para los que tenemos más, apenas una imagen casi desvanecida, aunque ahora revivida con un punto de simpatía, eso sí.

No atendió bien Ustrell el aviso de Teresa Berengueras de que le preguntase por una pintoresca sesión de sexo, sobre la marcha, que al parecer Cicciolina tuvo años atrás en una visita al Palacio de Versalles. El entrevistador pinchó con ese tema. Se creó un bucle, un vacío, del que Ustrell parecía que no iba a salir nunca. Intentó evadirse de aquel pozo recordándole a la exporno-star que una vez le ofreció una noche de sexo a Saddam Hussein a cambio de que no hubiese guerra. ¡Ah! Ahí a Ustrell también la faltaron tablas. Tenía que haberle recordado a Cicciolina que a quien debería haber ofrecido sexo es, sobre todo, al trío de las Azores Aznar-Bush-Blair, los que decían que había armas de destrucción masiva. Veinte años después, la novedad de ahora es que Cicciolina lanza el mismo mensaje, pero a Putin: "Te ofrezco una noche de sexo si paras la guerra". Dijo estar a la espera de la contestación, en ruso.

Para mí el mejor momento fue al principio, cuando Ustrell, totalmente maravillado, se interesó por qué Cicciolina aceptaba visitar TV-3, una tele tan pequeñita... Ella contestó: "¡Porque amo a España!". ¡Ah! No se fundieron los plomos de pura chiripa.

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