Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Crítica de tele en la playa, con arena y sandía

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Ferran Monegal

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Me parece un avance de primera magnitud el ejercício que acaba de inaugurar el presentador y ‘showman’ Carlos Lozano en Tele 5, bajo el título de ‘Sálvame sandía’. Le han plantado una ‘roulotte’ en una playa de Gandía, y todos los días peina la arena en busca de bañistas que quieran dedicarse a la crítica televisiva. En su primera jornada encontró a una señora, de nombre Alma, a la que pidió que opinase sobre ese asunto, tan caníbal, que la propia cadena impulsa, haciendo barbacoas con Ortega Cano, su hija Gloria Camila, su esposa Ana María Aldón, y de fondo Rociíto Carrasco lanzando gasolina con pirotecnia explosiva.

La señora Alma fue muy explícita. Miró a cámara y dirigiéndose a Ortega Cano le soltó: «Te voy a decir lo que le dijo el váter al torero: en la plaza de toros serás muy valiente, ¡pero aquí te cagas!». ¡Ah! Demostró la señora Alma un manejo exquisito de la prosa elegante y fina. Recibió una gran ovación por parte del corro de bañistas que rodeaban la ‘roulotte’. Y con buen criterio, Lozano le dijo que la iba a recomendar para que el programa la fichase como tertuliana habitual y pasase a engrosar el corro de cotillas. Está bien visto.

No obstante fue al día siguiente cuando Lozano encontró la dama que a mi juicio mejor encaja en el perfil de crítica televisiva. Se llama Mari Carmen. Debe de tener una edad rondando los 65. Seguramente fue captada cuando estaba dándose un bañito. Después de asearse y vestirse con notable pulcritud y buen gusto, doña Mari Carmen se sentó junto a la mesita cámping, y mientras Lozano acariciaba una sandía ella fue estructurando la crítica del ‘Sálvame’ y sus criaturas.

Fue tan certera, y tan bien argumentada, su analítica, que de pronto le pidieron un consejo sobre qué debería hacer el ‘Sálvame’ con la colaboradora Belén Ro, que siempre organiza muchos líos. Doña Mari Carmen fue contundente y clarísima. Primero advirtió que de ninguna manera deberían despedirla; debe seguir con su sueldo, ganándose la vida. Pero aconsejó: «Quítenla de delante de la cámara, eso sí. Pónganla detrás, y que no se la vea nunca». ¡Ah! Como crítica es impecable. Breve, concisa y de una precisión indiscutible.

 La aparición de doña Mari Carmen coloca un punto de prestigio a este oficio, tan desacreditado e inútil, de la crítica televisiva. Estoy ahorrando para comprarme una sandía e instalarme en la playa de Gandía.

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