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La crítica de Monegal: Kaspárov y el tablero de ajedrez de Putin

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Ferran Monegal

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Ha conectado Ana Pastor (‘El objetivo’, La Sexta) con Garri Kaspárov, y el que fue campeón del mundo de ajedrez le ha dicho: «Putin habla el idioma de Stalin, pero no actúa como un dictador al estilo de Stalin, Franco, Mao o Hitler. Lo suyo es una mezcla de dictadura tradicional y mafia. No tiene ideología. Se sostiene por el intercambio de fidelidades corruptas».

Interesante conexión. Kaspárov, que vive exiliado entre Nueva York y Croacia, fue –y és– el ajedrecista díscolo, perseguido y encarcelado varias veces por Putin hasta que decidió huir. Escribió un libro premonitorio, en 2015, titulado ‘Winter is coming’. Ahora creo que prepara otro que se titulará ‘El invierno ya está aquí’. Efectivamente. El gélido y a la vez sangriento invierno de Putin ya llegó a Siria, cuando colaboró con Al-Asad masacrando a todo el país –lo cuenta muy bien Mayte Carrasco en su documental ‘El Gernika sirio’, colgado en Movistar+ y del que les hablé aquí el pasado 31 de marzo– y ese invierno de muerte y destrucción se ha instalado ahora en Ucrania.

Esta entrevista televisiva con el ajedrecista Kaspárov perfila el salvaje y cruel ajedrez que está manejando Putin. Una de las piezas de este tablero, políticamente menor pero relevante en la ajedrecística, es Anatoli Kárpov. A diferencia de Kaspárov, Kárpov –también ex campeón mundial– permanece como diputado en la Duma. O sea, forma parte de la corte de peleles de Putin. Recuerdo un instante televisivo –que ahora resulta muy puntiagudo– cuando Kárpov fue invitado a la final de ‘Got talent 2021’ (T-5) y le firmó un tablero de ajedrez a un embelesado Risto Mejide. Cuentan los grandes maestros que cuando se enfrentaron Kaspárov y Kárpov para el título mundial, en 1985, en el salón Tchaikovsky de Moscú, Kaspárov, aún jugando con negras, venció con una estrategia tan genial como arriesgada: le fue dejando comer peones, mientras él iba despeglando los caballos desde atrás, y acabó dominando la partida. El maestro Alexander Nikitin lo describió así: «Fue tremendo ver a Kárpov, con blancas, y con peones extras, pero incapaz de organizar sus piezas, congeladas en las filas traseras». 

Evidentemente, Kaspárov no es Zelenski ni Kárpov es Putin, pero es aleccionador recordar que la voracidad fue la perdición de ese ajedrecista que hoy ejerce de peón en el tablero de Putin.

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