Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Pagar amantes, el 3%..., la utilidad de la TV pública

Bárbara Rey

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Ferran Monegal

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Ha regresado Bárbara Rey al Sábado Deluxe, contratada para elevar un poco las audiencias de Tele 5. Habló otra vez de ese viejísimo tutti frutti amatorio que ha caracterizado su vida desde 1980 como mínimo. Hombre, el tema es francamente cansino. Esta papilla está en los platós del cotilleo desde finales del siglo pasado cuando aparecía Bárbara en Crónicas marcianas contando que le habían robado las cintas de sus regias relaciones íntimas.

Pero aún siendo un tema viejuno, las últimas revelaciones acerca de que la mantenían calladita dándole contratos en algunas teles públicas, ha producido ahora en el Deluxe un comentario, una advertencia, de la propia Bárbara Rey que no tiene desperdicio. Textualmente ha dicho: «Yo he trabajado en TVE-1 y en Canal 9. ¿Y qué pasa? ¿Lo hacen mejor que yo Anne Igartiburu, o Ramón García? ¿Ellos tienen derecho a cobrar de los fondos reservados y yo no? Porque son fondos reservados que pagamos todos dado que son televisiones públicas».

¡Ahh! Enseguida le advirtieron los allí reunidos que las teles públicas no funcionan con fondos reservados, sino con presupuestos del Estado, pero a mi me parece que lo de Bárbara Rey no ha sido un malentendido, sino que nos lanzaba un aviso. A la vista de lo que vamos conociendo, poquito a poquito, no es ninguna barbaridad considerar que parte del dinero que se destina a las cadenas públicas funciona como fondos reservados para usos opacos. A las pruebas me remito.

De la propia Bárbara Rey altas instancias políticas han dicho que pagaban su silencio dándole programas de cocina sin saber hacer un huevo frito. El caso del exventrílocuo Moreno encausado por blanqueo de capitales, presenta ramificaciones que afectan a sus sospechosos contratos con TVE. El asunto de la productora catalana Triacom también sigue vivo: TV-3 le abonaba facturas hinchadas, sobreprecio destinado a la trama del 3% y campañas electorales de CDC. O sea que con el dinero público de las cadenas públicas se hacen maravillas. Indiscutiblemente, son utilísimas.

A Bárbara, esa noche también le preguntaron por Bigote Arrocet, su penúltima pasión otoñal, al parecer ya concluida. Le advirtieron de que ese pollastre tiene peligro. Contestó: «Mi único miedo era quedarme preñada». ¡Ahh! Al menos su sentido del humor, a sus 72 años de edad, sigue incombustible.

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